Tsunade se sentó en su escritorio, sus dedos masajeando sus sienes con cansancio. Qué no haría ella por algo de sake justo ahora, quizás... Shizune escogió ese momento para entrar y comprobar su progreso. Fue como si esa chica tuviera un radar o algo, haciéndole casi imposible a Tsunade beber mientras trabajaba. Otra vez, ¿por qué aceptó el puesto de Hokage?
- ¿Lo has decidido ya? - preguntó Shizune con curiosidad.
- No es como si tuviese muchas opciones para el asunto, ¿cierto? Necesitamos esto tanto como ellos. Una alianza más fuerte con la Arena es exactamente lo que necesitamos ahora mismo. Eso detendría a aquellos que piensan que pueden aprovecharse de nosotros, solamente porque apenas nos acabamos de recobrar completamente de la invasión del Sonido.
Seguro, la invasión había sido hace años, pero la clase de pérdidas que habían afrontado tomaba generaciones restaurarlas, no años.
- ¿Quién? - inquirió Shizune silenciosamente.
Tsunade suspiró derrotada.
- No lo sé, esto no es algo que quiera pedirle a alguien hacer a la ligera. La persona equivocada podría ser desastrosa para nosotros, o para ellos, y además no es una cosa fácil de pedir.
- ¿Cuándo es que viene la delegación de Suna? - preguntó Shizune.
- En cualquier momento - respondió Tsunade.
Habla del diablo, y él aparece. En ese momento hubo un cortés golpe en la puerta de la oficina de Tsunade, y un oficial menor asomó la cabeza.
- ¿Hokage-sama? - dijo respetuosamente - La delegada de Suna ha llegado. ¿Puedo hacerla pasar?
Tsunade asintió cansinamente antes de enderezar su espalda y recoger el material disperso de su escritorio. No querría que otras villas vieran toda esa información.
Temari tomó aire profundamente para calmarse a sí misma, antes de caminar al interior de la oficina de la Hokage. Esto iba a ser una extraña conversación para ambos bandos; matrimonios concertados, aunque todavía practicados, definitivamente no eran más la norma. Avanzando, se sentó en la silla enfrente de la Hokage; era extraño cuán similar era y cuán completamente diferente era esta oficina de la de su hermano. La disposición era la misma, pero estaba llena de libros y pergaminos y otras cosas, que terminaban haciéndola ver mucho más pequeña que la oficina prácticamente vacía de su hermano. ¿Tal vez debiera hacer que Gaara personalizara su espacio un poquito más?
- Así que... - comenzó la Hokage, trayendo los pensamientos de Temari de vuelta a la misión entre manos.
- Así que... - dijo Temari con una sonrisa nerviosa.
Ella podía ver que la mujer parada detrás de la Hokage, probablemente su asistente, estaba soportando con una sonrisa la incapacidad de las dos mujeres para abordar el tema. Shizune se aclaró la garganta.
- Una alianza más fuerte, ¿no? - inquirió Tsunade.
Temari tragó y se preparó para lanzarse a un discurso sobre los beneficios para ambas naciones. Tsunade ondeó una mano hacia la chica para indicarle que no había terminado todavía.
- No voy a contradecirte, esto es en realidad un concepto equitativo. Simplemente me estaba preguntando, ¿cómo demonios hiciste que el Kazekage estuviera de acuerdo con esto?
La cara de Temari se partió con una sonrisa. El hielo había sido roto, y las tres mujeres todas visiblemente relajadas.
- En realidad fue idea de Kankuro - admitió Temari - Gaara... bueno, él es tan solitario. Kankuro pensó que sería bueno para él tener a alguien, y toda la cosa simplemente creció desde ahí. En cuanto nos dimos cuenta de las implicaciones políticas, Gaara no pudo rehusar exactamente. Él haría cualquier cosa por su villa.
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UN ASUNTO DE ESTADO ( Terminada )
Romancees una historia centrada en gaaino que primero es un asunto de estado y después se convierte en amor