—¿Qué fue lo que pasó allá?
Miguel está histérico. No tengo idea del por qué le importa lo que pasó o no.
Después de lo ocurrido, decidimos que era mejor quedarnos en el departamento de Miguel.
—Amigo, haz silencio.
Ah sí, el no-rubio se ha quedado con nosotros. No lo iba a llevar a mi casa para que mis hermanos lo vieran así y le contaran a mamá. Es que se ve terrible, tiene la nariz y el ojo derecho hinchado y parte de su frente tiene un ligero corte debido a los anillos que estaba usando el hombre.
Así que ahora está quejándose de dolor a mi lado en el sofá de Miguel con una bolsa de hielo en su ojo hinchado. Después de todo no hizo falta que yo me tomara a molestia de dejarlo con un ojo hinchado, terminó así de todos modos.
Hace unos minutos atrás le he avisado a Rose lo ocurrido. Para mi suerte lo tomó con calma. Menos mal, un drama más y me lanzo por las escaleras de este condominio.
—Esa es la cosa más bizarra que pudieron haber hecho. ¿Cucarachas? ¿En serio? —se queja Miguel.
Me levanto y me dirijo a la habitación de invitados para cambiarme esta ropa de pingüino. Para mi suerte, Miguel no me sigue, solo se sienta a lado de Klein y segundos después, los escucho reír.
Y luego la loca soy yo.
Una vez vestida con ropa cómoda, regreso a la sala.
—Tu mamá llamó.
Miguel me pasa el teléfono que había dejado en la mesita de centro después de avisarle a Rose.
En efecto, tengo tres llamadas perdidas de mi madre.
—¿Por qué no me la pasaste?
—Lo tienes en silencio, me di cuenta cuando estaba a punto de colgar.
No tengo nada que decir en mi defensa. La mayor parte del tiempo lo tengo en silencio.
Que raro que mamá me llame a esta hora. ¿No debería estar en su trabajo? Es más de medio día.
Llamo a su celular, de inmediato la línea se inunda con un saludo muy animado por su parte.
—Mamá, ¿estás bien?
—Sí, cariño. ¿Por qué no lo estaría?
—¿Por qué me llamabas?
—Ven a casa. Hay algo que tengo que decirte.
—¿Segura que estás bien?
—Ven a casa.
Dicho eso con un tono más exigente de lo normal, cuelga. Es mejor ir a casa, no quiero problemas con mi madre.
—Me voy.
Recojo mis cosas bajo la atenta mirada de los chicos. Ellos se miran entre ellos sin comprender.
—¿Le sucede algo a mamá Tania? —pregunta Miguel, preocupado.
—No, solo me pidió que fuera a casa.
—¿Y te vas sin nosotros?
Klein me recrimina, por querer levantarse, hace una mueca de dolor y vuelve a acomodarse en el mueble.
Me ubico frente a ellos.
—Tu no te puedes ni mover —Señalo a Klein —Y tú, tienes que llevarlo a su casa. —Señalo a Miguel.
—Pero no quiero ir a casa —Se queja el no-rubio.
—Me da igual lo que quieras. Mi familia no puede verte así.
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¿Y si nos casamos?
Short StoryMi mejor amigo Miguel y yo, tenemos un trabajo diferente. Gracias a la falta de empleo y a una aplicación que desarrollé, las personas están a un toque de poder contratar nuestro servicio que consiste en colarnos en fiestas para animarlas, dañarlas...