¿Y si nos casamos?

~Capítulo 1~

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La tranquilidad es un tesoro que no tiene precio, y en este momento quisiera tener el privilegio de tener ese tesoro.

Estoy en mi escritorio intentando concentrarme en agendar los eventos a los que Miguel-mi mejor amigo-y yo tenemos que asistir, pero estos cinco carajitos que tengo por hermanos, no hacen más que gritar y pelearse entre ellos.

Resulta que, hace un año Miguel y yo no encontrábamos empleo en ningún lugar después de cuatro años de habernos graduado. Nos emborrachamos una noche y discutimos sobre los malos chistes que hacen los payasos para animar fiestas y lo bien que sería tener un trabajo en donde arruines los eventos de los demás.

Fue así que, cuando estuvimos sobrios lo pensamos mucho mejor y gracias a mis conocimientos de desarrollo de aplicaciones - porque es algo que me apasiona -y al carisma de mi mejor amigo, creamos TEGUEL. Muchos creen que las siglas significan algo grandioso. La realidad es mas cómica porque es un ship entre los dos: Teresa y Miguel.

Fue un año realmente difícil el que pasamos entre papeleos, madrugadas desarrollando la app y muchas discusiones. Porque sí, discutimos mucho, pero al final siempre nos contestamos. Él disfruta hacerme enojar.

—¡Theo, baja de la mesa! —grito al ver a mi hermano de cuatro años subir a la mesa para agitarse al ritmo del "baile de la mosca" que su antecesora hermana reproduce en YouTube.

—No quiero, no quiero.

Hace caso omiso a mi orden continuando su baile.

Bajo la mesa, dos de mis hermanas están tirándose el cabello y gritándose groserías.

¿Quién les enseña esas cosas?

En la cocina, un estruendo de ollas y platos caer me hace cerrar los ojos y tocarme el puente de la nariz.

Ya decía yo que faltaba uno, Barton. El peor de todos. Alzo la vista y lo veo correr de la cocina al baño riendo a carcajadas.

—¡Ya cállense engendros del demonio! —les grito golpeando con mis puños el escritorio.

Todos me prestan atención por un segundo para luego volver a hacer ruido.

—Me rindo, me sacaré los ovarios. Han acabado con mis ganas de tener hijos —resoplo y me siento.

Una notificación de TEGUEL que anuncia un nuevo pedido ilumina mi celular. La abro y leo detenidamente lo que dice.

"Espero esto sea serio. Necesito sus servicios, para un evento en especial. No estoy seguro de escribir los detalles aquí, llámeme"

Su número de teléfono aparece al pie del mensaje.

Marco el número del solicitante. Uno, dos, tres timbres, y al cuarto contesta.

—¿Hola?

—Buenos días Señor, le habla el servicio de TEGUEL. Usted solicitó que lo llamáramos.

—Sí, así es. Necesito arruinar una boda. Verá no me quiero casar, amo a alguien más, pero eso no le importa.

Ruedo los ojos. Si no me importa, ¿para qué me cuenta?

—Quiero decir, ayúdeme ¿Tiene donde anotar?

—Sí.

Es cierto, tengo mi agenda pero mi bolígrafo se ha perdido. Me meto desesperada bajo la mesa en busca del bolígrafo.

—Asista mañana a Groover calle...

—¡Teresa! ¡Barton se cayó al inodoro haciendo popó, ven rápido!

No puede estar pasando esto. Me despego el celular y le hago una señal a mi hermana de que se calle, no me dejó escuchar el número de calle.

—¿Puede repetirme el número de calle, por favor?

—Groover calle 69 a las tres de la tarde..

—¡¡Teresa!! —gritan al unísono cinco vocecillas.

Listo, me harté.

—Gracias señor, mañana estaremos ahí —le digo y cuelgo tan rápido que no le doy tiempo a contestar.

Mis hermanos siguen gritando mi nombre, me van a volver loca. Me levanto, el bolígrafo cae al suelo.

¡Con que ahí estaba!

Anoto rápido en la agenda:

Mañana, arruinar boda, tres de la tarde en Groover calle 96.

Esto será interesante, nunca antes nos hemos colado en una boda para evitarla.

Cierro la agenda, me levanto para ir al baño y descubrir el desastre de mis hermanos. Aún tengo que ir a casa de Miguel a discutir la agenda y contarle sobre el peculiar pedido.

Este será un largo día.

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Luego de un par de horas entre gritos y protestas por parte de mis bulliciosos hermanos, todos tomamos un baño. Mamá llegó por fin a hacerse cargo de sus malandros.

Salgo de la casa con mi cabello negro goteando por el baño de hace un rato, para abordar el auto y manejar hasta la casa de Miguel.

Mi mejor amigo y yo compramos este pequeño auto gracias a las ganancias de TEGUEL, por lo cual lo compartimos. Es irónico cómo solo haciendo reír y en ocasiones haciendo llorar a las personas en sus eventos, nos ganamos la vida y nos va muy bien.

La asociación de payasos esta furiosa con nosotros por quitarles trabajo. Me sorprendió cuando nos pusieron una demanda, es decir, no estábamos enterados de que existiera una asociación como esa. Sin embargo, les ganamos la demanda y ahora laboramos sin ningún inconveniente, a veces, porque ciertas personas nos odian por arruinar su perfecto día.

Dos jóvenes de veintitrés años, mejores amigos, independientes y casi realizados.

¿Qué más le puedo pedir a la vida?

—Mierda.

Un Jeep que viene a velocidad se me atraviesa y me obliga a realizar una maniobra que me hace sentir como si estuviera en una película de Rápidos y furiosos, solo que para mí esto no es nada divertido.

Esquivo autos y motos que se me atraviesan. Esta carretera es muy concurrida. Recupero el control del auto, suelto un suspiro de alivio.

¡Desquiciado aniñado! ¡Casi me hace chocar!

Por el espejo retrovisor veo que se estaciona unos metros después, humo sale del capó de su auto. El hombre rubio se baja del Jeep y le hace señales a los demás autos que pasan cerca para que lo ayuden, ninguno le presta atención.

Justicia

Mira hacia mi dirección, aunque ya voy lejos logro captar que me saca del dedo de en medio.

¡Pero qué educado el aniñado!

Con mi mal humor por el pésimo día que estoy teniendo, me desvío por la calle que da al condominio donde vive Miguel. El condenado se da una mejor vida que yo al ser hijo único de padres abogados y divorciados, vive solo.

Estaciono el auto una vez dentro y subo las escaleras, llego al departamento 13 y toco el timbre.

¡Pobre Miguelito! Le tocará lidiar con mi mal humor.