~Capítulo 9~

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—¡Despierta! ¡Despierta! ¡Despierta!

Risitas acompañadas de la palabra "despierta" y el constante movimiento en mi cama interrumpen mi lindo momento de descanso.

—¡¿Qué quieres, diablillo?! —le grito a Barton, está saltando en mi cama como si estuviera poseído.

Es una mierda esa regla de "no ponerle seguro a las habitaciones" que mamá creó.

Odio no tener completa privacidad.

—¡Bájate que te vas a caer!

El mocoso no me hace caso, en vez de bajarse continúa saltando y ...

—¡Mamiiii!

—Merecido te lo tienes —lo regaño. Se ha caído de espaldas y no hace más que llorar y patalear en el suelo. Intento levantarlo, pero él no se deja.

—Quédate ahí entonces.

Los dramas infantiles son los más falsos que he visto. Salgo de la habitación dejando a mi hermano en el suelo haciendo su berrinche.

Me adentro en el cuarto de baño para asearme un poco, al cabo de unos minutos entro en el pasillo para ir a la cocina...

Huele delicioso.

Llego babeando a la cocina. Mamá está ubicando los platos llenos de wafles en la mesa.

¡Mis favoritos!

—Buenos días, mamita. Que bien te ves hoy.

—¿A quién intentas engañar con eso? Solo te importan los waffles.

Que bien me conoce.

—¿Miguelito no viene a desayunar hoy?

Me siento en una de las sillas, estoy lista para tomar uno, pero mi madre se gira y con su mirada me dice que es mejor dejarlo para después.

—No, tiene asignadas tareas importantes.

Ella enarca una ceja.

—Cuidado con lo que lo mandas a hacer —Me señala con una espátula.

Ruedo los ojos y ella regresa su atención a los demás waffles.

—¡Familia a comer! —grita de un momento a otro.

Tengo que cubrirme los oídos para protegerme de semejante grito. Ya entiendo por qué suelo ser ruidosa.

Mis hermanos van apareciendo uno por uno y toman asiento, cuando ya estamos todos, mamá toma asiento también, pero no podemos comer nada aún.

—¿Qué esperamos? —Me cruzo de brazos —¡A comer!

Intento tomar un waffle pero de nuevo me lo impide.

—Espera —me advierte.

¿Qué es lo que hay que esperar? Hasta mis hermanos se ven frustrados.

—Disculpa la demora, Tania. El agua de la ducha estaba helada. Buenos días a todos.

Nadie, a excepción de mamá, contesta.

No tengo que mirar hacia la entrada de la cocina para descubrir de quién se trata.

La única pregunta aquí es: ¿Durmió aquí con mi madre?

David se sienta junto a mamá, quien se ve más animada y ya no tiene ganas de lanzarme miradas severas y al fin nos hace señas para que tomemos lo que queramos de la mesa.

—Tus favoritos —dice mamá.

Por un momento creo que me lo dice a mí, hasta que veo que coloca dos waffles en un plato y se los entrega a David.

¿Y si nos casamos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora