🎬10: Cuando llega la noche.

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Después de la calurosa plática que Izuku tuvo con el hermoso chico de nombre Kaminari, oyó la historia de Tenko sobre la partida silenciosa del teniente Sakamoto. Los reclutas sabían que el teniente Sakamoto, a sus cuarenta y dos años, estaba harto de la vida, arrastrado a ser partícipe de la guerra. Escuchó rumores, decían que la ex esposa del señor Sakamoto le fue infiel y se había llevado consigo todo su dinero y propiedades. Aquello fue un golpe bajo para Sakamoto, ya que era una persona arrogante, miraba a la gente desde arriba haciendo alarde de su poder. Los reclutas debían estar cautos a cada aparición del teniente o serían víctimas de la ira incontrolable de este.

     La palabra narcisista se quedaba corta. Empero, Izuku no lo creía tan malo, bueno, sí era terriblemente maquiavélico, haciendo desagradable su vida en la milicia, no obstante, toda la tortura que sufría Izuku como sus compañeros era meramente atlética, ejercicios inhumanos y agotadores. Seguir órdenes en exceso y de alguna forma lícitas, rozando la indignación. Correr durante cinco horas en el medio día, bajo la luz del potente sol, sumergido en tu propio sudor y hedor sin una gota de agua, mover paquetes y volverlos a mover a distancias asfixiantes.

     El señor Sakamoto no metía ratas en la cama de Izuku, ni acosaba cuando estaba solo, no le humillaba en soledad o le impedía el acceso a necesidades básicas, no lo golpeaba, no lo agredía... No era Chizome Akaguro. Tal vez lo hubiesen violado si Akaguro no desdeñara a los homosexuales. Mas no impedía que Akaguro ordenara a cometerlo mediante sus perros, como aquella vez. Una vez más, si no hubiese estado Tenko...

     Odia a Akaguro.

     En fin, aquella mañana unos jóvenes se encontraron con el cuartel del teniente Sakamoto hecho un desastre. Sus pertenencias personales habían desaparecido, abandonando un solitario casete compacto en donde declaraba que se marchaba lejos, muy lejos; los odiaba a todos y ojalá se muriesen ahogados por su propia sangre. El casete grabado con la voz rasposa del teniente expresaba la arrogancia y desdén que desde un principio él manifestó.

     Los superiores estaban indignados como enojados, no creían que Sakamo desertaría.

—¿Qué castigos estarán planeando los superiores? —preguntó Izuku concluido Shimura.

—No tengo idea. ¿No crees que es bueno?

—¿Qué? ¿La parte donde expresa que nos odia o en donde quiere que nos ahoguemos en nuestra propia sangre? —Izuku rio al compas de Tenko.

—No, de que ya no esté aquí.

—Bueno... Será agradable no tener que correr tanto bajo el sol abrasador.

     Tenko lo tomó de la mano y se miraron con ternura. Izuku notó sus manos temblorosas.

—Estoy bien, Tenko. No tienes que preocuparte —le dijo, advirtiendo que su amigo todavía estaría preocupado por sus heridas.

—Quiero que seas feliz —confesó bajito.

     Izuku vio las ojeras abultadas de Tenko, acariciando su rostro para frotarlas.

—¿No dormiste anoche?

     Por un segundo, el cuerpo de Shimura se tensó, fue fuegaz, casi imperceptible. Este le sonrió y bajó su rostro.

—¿Cómo podría dormir estando tú así?

—Debes mantenerte fuerte, de lo contrario te desmayarás. El único que tiene permitido romperse los huesos por ser idiota, soy yo.

—No digas tonterías —los ojos de Izuku emanan preocupación por su amigo—. No pasa nada, Izuchan. Estoy bien.

     Con el paso de los días, Tenko parecía ansioso, como si estuviera esperando la llegada de alguien. Izuku se cuestionaba, recibía como respuesta que estaba cansado, inquieto porque faltaba poco para que fuesen a la guerra.

¿Quién engañó a Izuku Midoriya? | Boku No Hero AcademiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora