Mis lagrimas.

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Se acercó aquella niña maravillada por la laguna próxima a mi. Estaba tan impresionada que ni si quiera se dio cuenta de mi presencia.

Pero al verla con mas detalle su ceño se fruncía cada vez mas. Después fija su rostro hacia el mío, algo seria.

—Esto no es una laguna. —anuncia mientras sumergía su mano izquierda.

—En efecto. —afirmo.

—¿Qué es esto entonces? —cuestiona la pequeña.

—Dolor, desesperación, angustia, tristeza, rabia incluso; mis lagrimas. —digo.

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