No importa quedar sin nadie, sin nada. No importa el abandono o la soledad. Que el cielo se destruya en miles de pedazos, que caiga la luna y el sol se apague.
Que deje de existir el universo.
No importa nada de eso, solo tú.
Que me falte todo y todos, pero jamás tú.
Porque incluso en la inexistencia, tú me das el sentido de existir.
Que nunca me faltes, Jesús.