Si algún día llegas a leerme, ya no existiría nada de lo que alguna vez sentí por ti, de lo que todavía siento desgraciadamente.
Ya no habría nada en mi corazón o en mi alma. Tengo esa vaga esperanza. Mi mente ni siquiera pensaría, porque trataría de reprimirte.
Jamás me leerías. Porque primero pasaría miles de años para que tú lo hagas, para que sepas, aunque sea algo de mi.
Estaba ahí, estoy aquí aún. Pero te niegas a verme, tú mismo te haces el invidente.
Si algún día me lees, sería después de mi muerte. Cuando mi espíritu deje este miserable mundo. Escritos póstumos que todavía cargarían sentimientos y emociones vigentes. Y en ese momento te enterarás que muchos sabían de mi existencia, y que tu te has pasado todos esos años ignorante.
Pero lamentablemente, tal vez tú también morirás, y nunca sabrás acerca de mi.
