RING OF FIRE

Capítulo II: «Slán Darcy » «Adiós Darcy»

Lograron llegar a una posada, gracias a uno de los reporteros que pasaron por la zona, este se extrañó al ver un quinteto tan particular, pero aun así decidió llevarlos hasta el sitio más cercano. En el recorrido le contaron una historia bastante increíble pero que, después de todo lo sucedido ese día no cuestionó demasiado. Además, pese a que le hubiese gustado escribir un breve relato de su encuentro con aquellas personas tenía la noticia del año acerca de un laboratorio subterráneo.

-No ha llorado en todo el camino – comenta Máxima observando con atención a ese pequeño, no recordaba que en el complejo hubiese otro bebé en las cápsulas de clonación o de crecimiento acelerado, al menos no uno que no fuese un clon de Kyo, o del proyecto K-00 como se referían a él – cómo es...

Con discreción Darcy le hace saber que le explicará todo cuando la enfermera se vaya a dormir, si algo aprendió de NESTS era no fiarse ni de su propia sombra. El castaño asiente de la misma manera. Comen algo y la mujer se despide para irse a la habitación que le habían reservado, un poco lejos de las habitaciones de ellos, al otro día tomaría un rumbo diferente. Mientras la doctora daba de comer al bebé con una mamila comienza a relatarles la historia.

Flash Back

Después de quemar todos los documentos que podían servir a NESTS para continuar con sus experimentos, y destruir los discos duros que pudieron, ambas mujeres salieron corriendo por los intrincados pasillos cuando el humo, el fuego y las sacudidas del complejo eran ya peligrosas, intentaban no perderse, no debían dejar que el miedo las desorientase en absoluto o morirían enterradas bajo los escombros. Cuando estaban atravesando el pasaje de los laboratorios de clonación Darcy se percató de una presencia molesta: Makishima.

Al principio quiso ignorarle pues un enfrentamiento con él en esas circunstancias podría ser peligroso, no obstante, todo su miedo se esfumó cuando notó la máquina en la cual estaba inclinado: la incubadora.

Abrió la puerta y entró apartándole de ahí, seguramente estaba acelerando el crecimiento de otro Kyo, no iba a permitir que convirtiese a ese infante en su nuevo sujeto de pruebas, mucho menos a esa edad puesto que sabía que ese hombre no le permitiría crecer de manera natural ni tampoco permitiría que viviese una vida normal antes de someterle a todos sus atroces experimentos. Cuando iba a tomarlo en brazos se detuvo al darse cuenta que si bien el bebé tenía un gran parecido a Kusanagi el color de sus ojos y ese cabello eran totalmente distintos. Nada más verle se dio cuenta lo que había pasado.

- ¡Suéltalo! – ahora es ella la que es empujada a un lado, logra sostenerse de una de las mesas cercanas – aún no es tiempo... - el sonido de algo desquebrajarse les hizo mirar encima de sus cabezas, todo aquello terminaría en despojos – este será el guerrero perfecto... con un poder inconmensurable y la sed de sangre que se necesitaba desde un principio. – dice anhelante de poder, al escuchar esa risa el bebé comienza a llorar, es un llanto no de miedo sino de molestia, está incomodo con ese hombre, pues apenas despertar y verle su instinto de supervivencia le hizo saber que aquella persona era mala, se removía con desesperación.

Fueron solo unos segundos, entre aquella risa y los cristales de la incubadora hacerse añicos, una llamarada de fuego bicolor quemó el rostro de ese hombre. Los ojos de Darcy se abrieron en demasía, definitivamente nada bueno vendría de aquel ser. Se irguió echando a correr, lo mejor era que muriese, que no viese la luz del día jamás. Claro está que se quedó a un par de pasos de la salida, no podía, era apenas un bebé, no era culpa suya ser como era, además si todos los seres creados en ese laboratorio habían sido "malvados" no fue su culpa sino de ese hombre que se retorcía en el piso por las quemaduras y lo cristales incrustados en su cuerpo. La mujer aprieta los puños caminando sobre sus pasos, le preocupa ser atacada también, no obstante, lo único que recibe por parte del bebé es una risilla desdentada, le da las manos para ser cargado, puede vislumbrar encima de la mesa contigua la libreta de notas de Makishima, la necesitaba si quería entender qué había pasado. La toma también empezando una carrera lejos de ahí, estuvo a escasos centímetros de ser pillada por la débil mano del médico loco. La enfermera gritaba su nombre a metros de ella, no es que la esperase por amabilidad, necesitaba la tarjeta de acceso de su superior, esta al llegar abrió la puerta echando a correr nuevamente.