Capítulo IX: «Yuganda negai » «Deseo distorsionado»

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Los ojos de Yagami se abrieron sorprendidos al ver a la anciana, la recordaba llena de energía, pese a su edad iba y venía sin demasiado problema, cuando observó la figura que se acercaba hacia ellos sintió su corazón contraerse dolorosamente, tragó saliva con fuerza, Kyo notó aquello y cargando con un brazo al pequeño, usó su mano libre para tomar la suya apretándola un poco haciéndole saber que comprende lo que siente, la andadera que en esos momentos ocupaba Yamada-san es movida con parsimonia por esas manos ahora sumamente delgadas, había perdido bastante peso y era notorio, como si de pronto todos los años que había logrado esquivar se hubiesen volcado en ella sin miramiento alguno. Ambos se acercan a ella para que no se esfuerce en caminar rápido.

-Yamada-san – la reverencia de ambos jóvenes le hace sonreír

- Hi-san... Koneko-san – ninguno de ellos se ofende por esos nombres, saben de sobra que han sido puestos con cariño – Pero ¿quién es ese precioso joven? – acomoda sus gafas mirando al bebé en brazos de Kusanagi, Kyori miraba a la mujer con curiosidad, una risilla feliz escapa de sus labios dándole los brazos – ¡pero qué adorable! - sabe de sobra que está algo débil para poder soportar el peso del pequeño, sin embargo no puede dejar de corresponderle – espera, espera... - con cuidado regresa unos pasos sentándose en uno de los tantos banquitos esparcidos por el combini, sí, quizá algunos clientes no estén felices con encontrárselos por la tienda, tal vez serían un "estorbo" pero no iban a quitarlos, a ella le encantaba hacer la ronda y supervisar todo no obstante ya estaba demasiado cansada como para caminar por todos los pasillos sin necesitar sentarse unos momentos.

Tal vez muchas personas pensarían que era una locura dejar que la abuela cargase a un bebé a su edad, ambos corrían peligro, sin embargo, ella extendió sus brazos para acunar en ellos al pequeñito, al cual le llamaba la atención ese cabello de algodón recogido en un chongo, el rostro lleno de arrugas, nada que ver con su abuela Shizu.

- ¿De dónde han sacado a este caballerito? – pregunta con curiosidad sin importarle como el mini pelirrojo juega con el cordón de sus anteojos

- Pues... - ¿cómo explicarle todo? A su edad seguramente la parecería increíble algo así, Kyo estaba intentando encontrar las palabras adecuadas

- Es... nuestro hijo... - suelta Iori y Kusanagi le mira entre sorprendido a la par que molesto por ser tan directo con una persona mayor

- Si... v-verá... mezclaron su sangre con la mía y ... con ayuda de algunos aparatos ....

- No me enredes con esas cosas raras científicas jovencito – le reprende ella mirándole seria – es de ustedes dos... eso se nota y es lo importante... - con un ademán les pide que carguen al nene pues ella no puede más – el pequeño Tsukihito es a todas luces una mezcla de ambos, sea como fuere ahora está aquí y deben cuidarlo y protegerlo – ahí estaba, tal como lo esperaban ella se tomó la libertad de nombrar al pequeño y el bebé era todo un principito para la mujer.

-Tsukihito... - farfulle Yagami para sí, le gustaba el nombre, definitivamente sería el nombre adecuado para su hijo

Charlan un rato más con Yamada-san dejando en su regazo al bebé en pequeños lapsos de tiempo, notaron como el brillo en los ojos de la mujer parecía avivarse, tal vez de alguna u otra forma la ausencia de esa pareja la hizo decaer el ánimo un poco, quizá con ellos de nuevo en su vida, y ese pequeño extra, pudiese ir recuperando su energía de siempre. Al salir, el pelirrojo no puede evitar un gesto de preocupación, "va a estar bien" la voz del moreno le hace voltear y asentir levemente, le inquietaba el estado de la abuela, era parte de su familia aun sin llevar la misma sangre, el día que tuviese que despedirse para siempre de ella iba a ser un duro golpe para él.

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