capítulo 4: Darren

2 1 0
                                    


Conocía bien el estilo de ataque de Chris. Un golpe detrás de otro, perfectamente medidos. Gran fuerza, control y precisión. Pero siempre iba a lo predecible, todos sus movimientos eran de manual. Era fácil anticiparse a todas sus acciones. Consiguió pillarlo por sorpresa con un amago que, de haber estado concentrado en otra cosa que no fuera en llevar a cabo su rutina correctamente, habría podido esquivar con facilidad. 

De una estocada lo derribó y le dejó con la espalda en el suelo. El chico se levantó sonriendo "Eso sí que no me lo esperaba. ¿Otra vez?" Darren negó con la cabeza. "¿Cómo es que te gano siempre pero soy el que acaba más cansado?" Chris se encogió de hombros mientras se dirigió al banquillo. "Lo que tiene crecer en una base militar, supongo"

La historia de amor del padre de Chris y Apolo era, cuanto menos, rara. Ni si quiera había preguntado cómo es que él había nacido. Al menos, era un padre cariñoso que se preocupaba por su hijo, lo cual ya era un gran avance.

"Necesitaría años para ponerme a tu nivel. No es justo" se quejó, mientras se desabrochaba las correas de la armadura y  masajeaba su dolorido cuello. 

"Deja de quejarte. Incluso así me sacas ventaja" Darren se encogió de hombros.

"Seré flacucho, pero soy rápido, ágil y tus movimientos son predecibles" le respondió. Chris estaba a punto de responderle cuando apareció un chico en la zona de entrenamiento. Era alto y tenía cara de pocos amigos. "Qué gustos más extraños tiene Rowan" pensó, conforme el nuevo se acercaba.

"Eres de Afrodita, ¿verdad?"- asintió, expectante por ver a dónde iba a parar. "Por fin, he recorrido todo el campamento y no he encontrado a nadie. Es por tu hermana. La delgadita de ojos verdes, Rowan... La he encontrado antes en los campos de fresas y no parecía estar bien del todo. ¿No tendrá estrés postraumático o algo?" 

"La condición de Rowan es... delicada. Ya me ha contado que la has ayudado. No parecerá gran cosa, pero hoy has sido de gran ayuda. La verdad es que algún día nos va a matar del susto, pero no es culpa suya. Soy Darren, por cierto, y él es Chris" 

Señaló al hijo de Apolo, que estaba cambiando la camiseta de deporte por la del campamento. Tuvo que apartar la vista rápidamente para evitar sonrojarse hasta las orejas. Chris advirtió el movimiento y tardó en vestirse el doble de lo normal, o al menos eso fue lo que le pareció a Darren. El chico pareció no darse cuenta, o quiso no hacerlo.

"Así que... ¿Lo de entrenar con espadas es verdad?" a pesar de la pregunta, su voz denotaba más indiferencia que otra cosa. Chris no pareció pillarlo y continuó la conversación "Estas sólo son las de entrenamiento de madera. Vas a flipar cuando veas las de combate. Y todavía más cuando te den una para ti. ¿Cómo te llamas, por cierto?"

"Hunter, encantado. ¿Y vosotros?" 

"Yo soy Darren y este es Chris. Respectivos capitanes de Afrodita y Apolo. Y mejores soldados del verano, por ahora"

"Muy modesto" apuntó Hunter. Luego le miró con el ceño fruncido "No quiero sonar imbécil pero, por lo que me han contado, es raro que un hijo de Afrodita sea uno de los mejores guerreros del campamento, ¿No? No soléis tener habilidades enfocadas a la lucha..."

"Bueno, un poco imbécil sí que suenas. Pero el amor y la guerra tienen más en común de lo que crees... además estoy bendecido por Ares, lo que supongo que siempre ayuda." Hunter asintió.

"Entonces creo que voy a necesitar ayuda para el esgrima y demás. No me veo siendo capaz de luchar, la verdad." Chris hizo un gesto para quitarle importancia. 

"Eso te lo parece ahora que no has cogido un arma en tu vida, pero en cuanto empieces a practicar vas a descubrir cómo parece que tu cuerpo ha sido construido para la batalla. Y no necesitas luchar para ser útil. Mira a Rowan"

Darren sintió como un escalofrío recorría su columna vertebral. "Aunque mejor si no tienes que verla en el campo de batalla. Hay dones que pueden ser bastante siniestros" apuntó, recordando la última vez que había visto a su hermana en acción. Hunter asintió con una macabra sonrisa. 

"Y que lo digas"  

Se marchó con las manos en los bolsillos, sin dignarse a despedirse. Darren y Chris se miraron, decidiendo no darle más importancia. Se encaminaron al comedor, andando muy juntos, con las manos rozándose.

Se habían acostumbrado a estar uno al lado del otro, y los silencios hacía tiempo que habían dejado de ser incómodos. A Darren le encantaba Chris después de los entrenamientos. Se le quedaba el pelo dorado revuelto sobre la frente, casi tapándole los ojos. La cara entera sonrojada y gotitas de sudor bajándole por el cuello. Además parecía más relajado, más el mismo. Era una mezcla de adorable e inalcanzable que le había llamado la atención desde el primer día.

semidioses y semirromancesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora