Capítulo 8 - Verdad

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Sasuke se sentía como un muñeco de trapo. No podía verlos y mucho menos oírlos, pero realmente sabía que estaba a completa merced de los anbus que lo vigilaban y de cualquiera que entrara a la habitación, aunque desde que Kakashi se fue, solo venía cada cierto tiempo alguien, que por su chakra debía ser un ninja médico, que lo revisaba y le inyectaba algún tipo de líquido, que el Uchiha supuso que sería una forma de alimentarlo sin peligro.

No tenía ni la más remota idea de cuánto llevaba ahí, su percepción del tiempo se había ido a la basura desde el momento en que sellaron su vista. Por eso, pasaba el rato en un estado de semiinconsciencia, inducido por la falta de estímulos externos. Al menos así fue hasta que, aunque él no podía saberlo, estaba amaneciendo y se durmió.

Despertó de nuevo donde había visto a Naruto, y esta vez no se molestó en tratar de moverse por aquel extraño lugar, por lo que simplemente se sentó a esperar tal vez alguna señal del pequeño rubio que, por la reacción de Kakashi, no era un producto de su imaginación... seguramente.

En cualquier caso él quería volver a su dobe.

¿Mi dobe?

El Uchiha se sonrojó al utilizar sin darse cuenta un pronombre posesivo.

—¿Q-qué estupideces dices Sasuke? —se reprendió a sí mismo en un susurro con vergüenza. Pero no tuvo más tiempo para pensar en ello porque oyó unos inconfundibles gritos.

—¡Eeeeeeeeh! ¡¿Hay alguien aquí?!

El pelinegro viró la cabeza en esa dirección y vió a un niño de unos doce años corriendo de un lado para otro bastante perdido. Sasuke sonrió con alegría por primera vez desde hacía mucho tiempo.

—¡Oe! ¡Naruto! —llamó mientras se ponía de pie y caminaba hacia él.

El rubio lo vio e hizo lo mismo, y cuando quedaron bastante cerca el pequeño lo miró confundido.

—¿Sasuke?

—Sí, me alegro de verte —entonces Naruto se acercó más y el mayor pudo ver que no llevaba la bandana ninja, sino las gafas verdes que usaba en la academia.

La última vez, Naruto no lo había reconocido y tenía unos cinco años. Ahora en cambio, tenía la apariencia que tenían justo antes de convertirse en genin y sí que se había dado cuenta de quién era. Si la lógica no le fallaba, seguramente Naruto solo tenía los recuerdos y el conocimiento correspondiente al que tenía en la edad que aparentaba.

El rubio estiró los brazos hacia su cara y le agarró por las mejillas, tirándo hacia abajo y dejándolo a su altura, muy cerca de su rostro. Sasuke no supo porqué, pero tener los labios de Naruto tan cerca lo hizo sonrojarse de nuevo.

—¿Es el jutsu de transformación o algo así? —preguntó mientras examinaba su cabeza virándolo constantemente. Sasuke volvió a la realidad, se soltó y volvió a incorporarse.

—Sí —no estaba seguro de que fuera bueno decirle nada que aún no supiera, y le acababa de dar la excusa perfecta. Además le apeteció picarlo un poco, y aunque no lo reconocería, era en venganza por hacerle sentir así antes—. Seguro que a ti no te sale tan bien esta versión adulta.

Naruto se cruzó de brazos y se enfurruñó.

—¡Yo también sé hacerlo así teme!

—Demuéstralo entonces... dobe —se estaba divirtiendo mucho y su sonrisa lo demostraba.

—¡Ya lo verás teme! ¡Jutsu de transformación! —apareció una bola de humo, y al desvanecerse, Sasuke pudo ver que se había vuelto efectivamente más mayor, pero solo en altura, porque incluso le sobrepasaba un par de centímetros. Por lo demás, tenía la misma ropa y encima, su rostro, que sonreía con superioridad, tenía rasgos femeninos... excesivamente femeninos.

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