십칠 |DIECISIETE|

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Jeon Hoseok no se andaba con rodeos de ningún tipo; era un sujeto astuto que sabía cómo manejar las situaciones de peligro con la mente fría; excepto cuando estaba enojado, en ese momento había que tener miedo y mucho cuidado.

Hoseok era una persona que quería hacer todo bien y ser el mejor en todo; eso gracias a los consejos de su padre... «Si vas a hacer algo, sé el mejor, y si no, ni lo intentes»

Por esa razón, existía la competencia dentro de la hermandad, sobretodo con sus hermanos; Taeyang se encargó de decirles a cada uno, que los demás siempre serían su competencia, incluso sus propios hermanos, que no había que dejarse de nadie, jamás.

Todos se grabaron esas palabras en sus cabezas; especialmente Hoseok. Se propuso ser el mejor francotirador de la hermandad, y lo había logrado exitosamente, se había propuesto darle uno de los mejores tratos hablando de negocios a la hermandad, y lo logró; gracias a él, habían cerrado negocios con un reconocido cartel mafioso en Sicilia, Italia. Se propuso ser el mejor en el negocio de la fabricación y distribución de las mejores armas, y lo había logrado.

Pero nada era fácil para nadie; todos querían ser los mejores, nadie quería quedarse atrás en su negocio.

«Los Jeon encima de todo y todos» sabias palabras de Jeon Taeyang.

J hope, como sus trabajadores y gente externa a la hermandad lo conocían, era el único líder y encargado del negocio de las armas. Esta era su área y no la cambiaría por nada.

Cuando portaba una arma, se sentía invencible y capaz de acabar con quien sea que se le pusiera enfrente; y no solo eso, incluso sin la necesidad de un arma podía noquearte de un solo golpe. A veces lo llamaban Halcón, por su increíble visión, y ni hablar de su excelente puntería.

Sus armas, no eran cualquier tipo de armas. Estas eran especiales, y muy diferentes a una pistola convencional. Los Jeon hace meses habían robado una planta nuclear de energía que estaba resguardada por la Agencia Central de Inteligencia de Corea.

Esa cosa era una tremenda joya, era tan poderosa que con solo tocarla un par de micro segundos, te dejaba la mano echa polvo. Hoseok consiguió los mejores materiales más resistentes para poder manejar esa planta para el gran beneficio de sus armas.

Una minúscula partícula de esa planta era introducido en el interior de las balas, con el impulso de la pistola y con esa partícula dentro de la bala, el desafortunado que recibía el impacto de esa bala, queda peor que si le hubieran amarrado un explosivo.

La seguridad surcoreana e incluso la norcoreana, hicieron una alianza para unir ejércitos y así poder encontrar el negocio de las armas, así como los demás negocios de la hermandad Jeon.

¿Corea del Sur y Corea del Norte en alianza? Eso hacía reír a los Jeon, eso les daba más confianza y poder, de que nadie podía contra ellos.

Hasta el momento, Hoseok no había usado una de esas armas, no se creía tan estúpido para desperdiciar sus balas en cosas insignificantes. Muchas de ellas las había vendido en cantidades millonarias a algunas mafias de Rusia e incluso de algunos países de Europa.

Hoseok llegó a su pequeña bodega, no creía que fuera tan necesario que fuera tan grande como en la que trabaja Jungkook; tan solo trabajaban aquí unas 10 personas, todas de la gran confianza de Hoseok. Nunca había tenido problemas con ellos, se han mostrado leales y han hecho bien su trabajo. Y tampoco eran tan estúpidos como para tener problemas con Hoseok, ellos aún seguían apreciando su vida, su jefe les pagaba bastante bien como para echarlo a perder.

En ese lugar solo las fabricaban, las armas están en la mansión Jeon, perfectamente bien resguardadas y protegidas.

—J hope. —hizo una reverencia el empleado.

𝐇𝐄𝐑𝐌𝐀𝐍𝐃𝐀𝐃 𝐉𝐄𝐎𝐍 || BangtanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora