두 |DOS|

1.3K 113 50
                                    

TN


Lo único que escuchaba eran los sollozos de las chicas más pequeñas que estaba aquí. Ya llevábamos aproximadamente una hora y media aquí, con hambre, cansancio, sed y la horrible incertidumbre de saber que es lo que harán con nosotras.

Y como si alguien hubiera escuchado mis pensamientos, una mujer entró y nos dió una botella de agua para las 12 chicas y yo; mi trago de agua se lo di a una de las chicas que se veía verdaderamente mal, estaba pálida, con ojeras y con la boca muy seca; estaba segura de que tenía una especie de deshidratación severa, no sabía cuanto tiempo llevaban ellas aquí, pero si no la llevaban al médico pronto, se pondría peor e incluso llegaría a morir.

Cuando quise acercarme a la chica, la puerta se vuelve a abrir. Era Bill. Sin decirnos una sola palabra nos fue sacando una a una, antes de salir voltee a ver a la chica; Bill estaba junto a ella con su mano en la frente. Nos dirigieron por un pasillo hasta que salimos por la puerta trasera, la que era de emergencia.

Ahí fue cuando me preocupe. Había un total de 3 autos muy lujosos color negro y polarizados, estacionados en hilera. Luego había hombres en traje negro. Nos formaron en una hilera a todas las chicas, ví como sacaban a la chica enferma casi arrastrando para ponerla junto a nosotras.

—Ellas son todas. —anuncio Bill. Los hombres se acercaron y analizaron a cada una. Al final solo quedamos cinco chicas y yo, las otras habían sido elegidas y las llevaron a los autos. Los hombres ya se dirigían a los autos, lo que quería decir que a las restantes nos dejarían aquí, tal vez y con suerte nos dejaban ir a nuestras casas. Pero de pronto algo pasó muy rápido; una de las últimas chicas que escogieron cayó al piso, empezó a convulsionarse mientras salía espuma de su boca. Bill y otro hombre llegaron hasta ella y la inspeccionaron. Al parecer murió.

—¿Con que clase de chicas tratas, eh? —reclamó uno de los hombres a Bill.

—Lo siento por el incidente, puede escoger a otra de las chicas.

—Pero por supuesto que lo haré, imbécil.

El hombre pasó por encima de la chica. Sentí rabia en ese instante, no podía creer que no sintieran ni un poco de empatía por la pobre chica que acaba de fallecer. Mi corazón volvió a latir con rapidez cuando el hombre volvió a acercarse a nosotras. La chica enferma, que no sabía cómo es que podía mantenerse en pie en su estado, estaba junto a mi; temblaba y se quejaba. Realmente quería ayudarla, pero tenía miedo.

El hombre se puso frente a nosotros, primero paso por la primera chica; una chica pelinegra, alta y esbelta con uniforme de colegio, igual que yo. Ni siquiera nos vio a nosotras cuando eligió a la pelinegra, solté todo el aire que tenía retenido. De pronto, la chica enferma colapsó en el piso. Por instinto me arrodille junto a ella, tomé su mano y puse mi otra mano en su frente, estaba ardiendo en fiebre.

—¿Estás bien? —sentí esa pregunta un tanto estúpida, era obvio que no estaba bien.

—Me duele...

No me había dado cuanta de que todos nos miraban, incluso el hombre que aún no se iba junto con la chica que posteriormente ya había elegido. Hice contacto visual con él por unos segundos, grave error al hacerlo. Soltó a la chica y se acercó a nosotros. Con su mano alzó mi mentón obligándome a mirarlo.

𝐇𝐄𝐑𝐌𝐀𝐍𝐃𝐀𝐃 𝐉𝐄𝐎𝐍 || BangtanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora