nadir || vinirko

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(Vini/Vicente y  Young Mirko/ Mirko)

Su mamá había entrado minutos antes a su habitación a decirle que el día estaba hermoso y que no le haría mal salir un poco a tomar aire fresco.

Las palabras las pasó por alto mientras seguía encerrado en la oscuridad de su pieza acariciando aquellas fotos que se habían sacado juntos, con la imitación de una cámara vieja.

Aún sentía la supuesta calidez del último abrazo lleno de mentiras que tanto amó recibir, y aún procuraba escuchar su voz en el viento. Pero no lograba pensar en él sin antes pensar en ella, aquella que se la presentó como su mejor amiga y terminó siendo nada más que un engaño.

La herida nunca se le había cerrado, cada vez que lo estaba por superar los veía juntos y felices en algún lado. No le molestaba que él fuera feliz, le molestaba con quién lo era.

Su psicóloga le había dicho hace tiempo que Mirko debía ser una página la cuál tenía que pasar, pero nadie lo entendía, nadie comprendía lo que en verdad sintió por él.

Se sentía en un libro y por cada página que daba vuelta perdía en algo o alguien, siendo el protagonista. En realidad, ya ni sabía si era él el protagonista de su propia historia, si así se podía llamar.

Sentía que lo extrañaba tanto al punto de que cuando llegaba la hora de comer, ésta se convertía en una de las que más odiaba junto a la de dormir, porque cada vez que cerraba sus ojos se le venían a la mente los besos y las caricias del ajeno. Cada vez que iba a la mesa a sentarse no veía más que el lugar vacío que había dejado en la mesa.

Lo extrañaba y demasiado aunque rara vez lo admitiera. Deseaba abandonar todo e irse corriendo a sus brazos para poder darle un abrazo más y pedirle perdón.

Porque aunque el no había ocasionado nada, se culpaba, porque tal vez no le había brindado tanto cariño ni había abierto lo suficiente su corazón hacia él. Le gustaría tenerlo de frente y poder dictarle la infinita lista de cosas que le hubiera encantado darle.

Las noches donde el cigarro de marihuana era el testigo de lo que hacían. Donde el humo en la habitación apenas lo dejaba ver aquel calzoncillo rojo al igual que sus ojos, que amaba tanto ver en aquel cuerpo tan deseado. Esas noches le hacían falta, donde eran ellos mismos.

Ahora solo tenía un par de amigos con quien compartir las secas sin sentido o gusto alguno, tratando de poder olvidar y que los recuerdos que quedaban se sepulten el fondo de su memoria, mientras se sentía morir por dentro.

Las veces que intentaba rendirse y quería dejar que sus emociones fluyan eran incontables. Pero su subcontinente era más inteligente que él y actuaba en medio de los besos que les daba a desconocidos en cualquier boliche, dándole a reconocer que esa no era forma de sanar su corazón.

Había bloqueado su número el mismo día que habían roto, pero a las horas lo desbloqueo. No le mandó ningún mensaje, por lo menos no por tres meses, en los cuáles no sabía que sentir y no sabía que hacer. No le quería hablar, pero lo hacía aunque nunca le contestara.

Porque las fotos que subía lo volvían loco por dentro, y los vídeos que subía su novia de él distraído lo hacían perder la poca cordura que mantenía, admirando aquel piercing que se había hecho en su casa con el a su lado.

Lo peor era que después de tantos años no lograba comprender porqué lo había cambiado por otra si él era el que había estado ahí cuando más lo había necesitado. Ambos habían estado el uno para el otro, pero no todo es perfecto para siempre, o eso le dijo mientras se alejaba de ella cuando los vió besándose por primera vez.

La segunda los vió en una joda, pero aún así no le decía nada, hasta él mismo le hechaba la culpa al alcohol o a alguna sistancia por más que no sea así.

La tercera no aguantó y lo único que pudo hacer fue escapar y entrar al primer bar que encontró lejos de donde estaban, gastando todo el efectivo que tenía. Siendo consiente que al otro día tendría que verlo y poder aclarar todo para saber si seguían o no, aunque con engaños no podía.

Se sentía cayendo hacia un vacío mientras que no llegaba a tocar algún fondo y la desesperación era su compañera. Su corazón se estrujaba al recordar cada momento y sus manos temblaban mientras las palabras ajenas lo iban asfixiando sin dejarle un solo lugar para respirar.

Sólo quería que todo acabara, pero cuando lo hizo se sintió peor, se sintio más en el fondo de aquel vacío.

Mientras recordaba juramentos en vano y los repetía en una hoja de papel, viendo como cada cosa era una mentira que tapaba otra.

Cuando pensó que encontraba paz en sus brazos, cuando lo acompaño en todo, cuando se contaban sueños y metas los cuales acababan estando juntos.

Todo había caído con él, en aquel vacío sin fin.

Lo trataba de plasmar, de poder explicar que le pasaba pero no podía. Nadie lo entendía y cada vez se hundía más.

Odiaba estar así y más lo odiaba a él por dejarlo en ese estado, pero también le quería rogar que vuelva porque creía que todo podría estar bien como antes, aunque nun a lo hubiera estado.


928 palabras
tiramisu

ramé || trapers (os)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora