ramé || trapers (os)

demonio || pauki

(Paulo Londra y Duki/Mauro Lombardo)

El no era ningún santo, mientras las juntas de la calle lo persiguen y los vicios los cegaban, pero como si fuera el destino, como si fuera una simple casualidad sus miradas se cruzaron en la puerta de aquella sala de visitas.

“Baby, sé que te gustan los demonio' (demonio').
De día estoy en la calle y en las noches insomnio.
Yo no soy de esa clase que pide matrimonio.
Pero en serio te amo, pero a veces te odio (odio).”

。.・.・・。

Hoy era el día, aquel por el que tanto temía Paulo, hijo de un maleante que había caído preso por narcotráfico.

Hace una semana había cumplido dieciocho y su "regalo de cumpleaños" era poder ver a su papá. Obviamente lo extrañaba, hace cinco meses no lo veía, pero la idea de tener que pisar un penal era rara.

Y más para él, lo peor que había hecho había sido mentirle a su mamá. Tenía la típica fachada de niño bueno, y lo era.

-¿Estás listo?- El rubio negó sintiéndose más que nervioso, mientras sus manos comenzaban a sudar. -Solo seran unos minutos, tu papá habló con un guardia y él se encargará de cuidarte. No tengas miedo mi chiquito.

Su mamá estaba más que acostumbrada a ir a algún penal a visitar a su marido, no era la primera vez que caía. Pero para Paulo era una nueva experiencia que no tenía muchas ganar de experimentar.

Solo asintió y bajó del auto llevando la bolsa con cosas  había pedido su progenitor.

-¿Sos el hijo de Londra?- El ojiazul asintió al ver al guardia frente a él. Ese pelado daba miedo. -Vení pibe, seguime.

Lo guió hasta una habitación pequeña donde habían dos guardias, quienes lo empezaron a tocar por todas partes en busca de algun objeto peligroso o alguna droga.

Al ver que no tenía nada lo soltaron y Paulo no hizo nada más que decir gracias, aunque se arrepintió al instabte y quiso darse un golpe por ser tan tonto cuando estaba nervioso.

El "pelado" que estaba a cargo suyo lo iba llevando por un gran pasillo. Las paredes eran blancas aunque tenían manchas de humedad, el piso estaba todo sucio.

-Pero mira lo que sos, para ese culo necesito un flete.

Habían empezado a pasar frente a algunos pabellones del lugar, donde varios presos se asomaron oara gritarle cosas al menor.

-Que linda boquita precioso, vení que te la parto mientras me haces un pete.

Se escuchaban risas y muchos, pero muchos comentarios obscenos hacia él. El guardia solo se reía y seguía su paso.

Londra solo miraba al piso mientras pateaba piedritas que habían en el piso, sentía vergüenza ajena de lo que le decían y hasta se sintió incómodo con él mismo.

-¡Cierren un poco el orto, lo están haciendo sentirse incómodo!

El rubio levantó su vista y pudo ver casi a mitad del pasillo, al costado de la puerta que daba a la sala de visitas, a un chico morocho y todo tatuado que al parecer se fumaba un porro.