EKAHI

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Su cabello castaño claro revoloteaba por el aire mientras su automóvil último modelo arrasaba con las piedras del camino. Su aliento a tequila le recordaba lo bien que se la había pasado en aquella fiesta, y aunque no era una persona que se emborrachara fácil, debía aceptar que se había pasado un poco de tragos. Maldijo en voz alta cuando notó que hacía falta gasolina, pero de inmediato se alegró al ver una gasolinería justo frente a él.

—¡Woah! ¡Oye! ¡Tú!— gritó mientras de estacionaba frente al despachador de gasolina, el chico que parecía ser el empleado encargado de rellenar tanques, le miró con seriedad— ¡Gasolina, lleno! Ahora...— hipó un poco antes de comenzar a sonreír como idiota, o al menos eso creía el moreno de gorra negra que rodó los ojos y sacó la manguera para conectarla.

—Señor, necesito que abra el compartimiento— suspiró mientras esperaba a que lo hiciera.

—¡Ten!— apenas y podía arrastrar las palabras, lanzó las llaves dándole en la cara.

—Maldito ebrio...— murmuró tomándolas del suelo.

Notó que había un botón para ello y lo presionó, logrando que se abriera, bueno, esa sí era tecnología. Conectó la boquilla de la manguera y luego se recargó en su lugar sobre la máquina despachadora. Ya eran las 12:30, irse a dormir no sonaba nada mal, pero perderse el dinero que dejaban los idiotas como ese.tipo sonaba horrendo, lo necesitaba de igual manera.

—¿Por qué estás solo? ¿Y tus amigos?— otro hipo le interrumpió, el más alto rodó los ojos con fastidio, sí, ya estaba acostumbrado a esa clase de tratos o de gente tan estúpida, pero no dejaba de molestarle un poco esa manera de hablar tan irritante.

—Lo mismo le pregunto— respondió regresando su mirada al auto.

—¡Seamos amigos! No seas tan cruel, seguro que trabajar aquí te pone de malas...Let's go for some drinks!— gritó levantando ambas manos en el aire mientras comenzaba a reírse como loco.

—Que idiota...ya está lleno, señor, son 40,000 wones— pidió mientras desconectaba la boquilla.

—¡¿40,000?! ¿Dólares?— levantó una ceja mientras se recargaba en su volante.

—Wones... señor— repitió ya algo irritado.

—¡Ahh! Ok, ¡No me digas señor, seguro soy doce años menor que tú!— refunfuñó buscando su cartera.

—¿Doce? Pues sí tiene 7 años, no debería estar por aquí, ni manejando, ni ebrio, ni solo— se inclinó en la ventana apoyando las manos en el marco.

El castaño que gruñía como un gato dentro del auto, le lanzó varios billetes a la cara, le arrebató las llaves y arrancó como alma que lleva el diablo, dejando al moreno con el ceño fruncido y un muy mal sabor de boca, ¡Pero con dinero! Y eso era lo importante.

—Anciano neurótico...— bufó recogiendo todos los billetes— 60,000...70,000...¡90,000! ¡¿Qué le sucede?! Ésto es mucho dinero— exclamó estupefacto por la cantidad que aquél tipo había derrochado en un simple berrinche de ebrio.

Siempre pensó que los ricos hacían estupideces con el dinero que muchos querrían tener, como por ejemplo, comprar bolsas o cinturones de más de medio millón de wones...¡¿Para qué?! Podían usar uno de la tienda de conveniencia y les duraría años, incluso podrían ser reliquias familiares, bueno, era su dinero al fin al cabo, pero ¡Tirar 90,000 wones así de la nada! Debería ser pecado.

—Ni hablar, mañana se lo devuelvo— suspiró entrando a su camioneta doble cabina que tantos años le había ayudado a llegar a casa sano y salvo.

La canción, Up and Down de la famosa banda coreana de chicas, Exid , sonaba por toda la carrocería, y el chico no tardó en comenzar a cantarla con todo el sentimiento del mundo, no por nada era su canción favorita. Hacía movimientos graciosos con las manos en un intento de seguir la coreografía aún sentado, ese era una clase ritual que siempre hacía de camino a casa, la cual tampoco se encontraba lejos de la gasolinería de su ya difunto padre.

Antes de poder ponerse triste por recordar cómo solía cantar la melodía con su mayor, el sonido de su teléfono lo interrumpió; bajó la velocidad para poder contestar y pegarlo a su oreja.

—Diga...— esperó a que le contestaran— sí, él habla...¿Qué?— frenó en seco— sí, sí, yo voy para allá, Kim NamJoon...me llamó Kim NamJoon.

. . .

Su cama se sentía tan cómoda, amaba hundirse en la densa colcha que la cubría por completo, sonrió extendiendo sus brazos para estirarse, logrando así relajar sus músculos. Entonces recordó a ese tipo fastidioso de la gasolinería, maldijo al recordar lo guapísimo que era.

—¡Dios santo, SeokJin! ¡Siempre te gustan los hombres de la mala vida!— pataleó en su lugar.

—¡Jin! ¿Ya llegaste?— escuchó que le llamaban del otro lado de la puerta.

—¡No! Sigo en la fiesta— comentó sarcástico recibiendo un bufido de su amigo.

—Ja, ja, ja, no sabes lo gracioso que eres a veces— rodó los ojos mientras entraba a la habitación— ten, toma esto— le extendió un vaso de agua color naranja.

—¿Qué es? Parece sacado del retrete— arrugó la nariz en señal de asco.

El de cabello pelirrojo bufó mientras negaba con la cabeza, a veces pensaba que ese chico no tenía 21 años como tanto presumía.

—Tu cara parece sacada del retrete— le dijo aguantando la risa.

—Ajá, de uno Gucci con aromatizante de Dolce Gabbana— aclaró bebiendo el líquido de un solo trago— ¡Puaj! ¿Es veneno?— se lo entregó al menor.

—Se podría decir que ahora me quedaré con todas tus cosas— bromeó recibiendo una mirada entrecerrada de parte del castaño— no, no es veneno, se llama Bang, lo inventó T...— calló abruptamente, llamando la atención del chico sobre la cama— bueno no importa, en un rato te quitará la borrachera, descansa, mañana hay universidad— se levantó de la cama con cuidado.

El castaño le tomó del brazo, recordando que quería saber sobre aquél muchacho moreno y alto que se había dignado a pelear con él anteriormente, después de todo él era el único nuevo allí.

—JiMin...— pronunció deteniendo los pasos del pelirrojo.

—Dime— le puso atención.

—Hoy de camino a casa, llegué a una gas station...me parece que se llamaba Crab...estaba éste chico alto, moreno, de labios morados y cabello algo gris, con una gorra de color negro y una jersey del mismo color, ¿Lo conoces?— levantó una ceja con curiosidad.

JiMin suspiró mientras se soltaba del agarre, sabía quién era el tipo, y debía advertirle a su amigo sobre lo que estaba haciendo.

—Jin, no quiero sonar rudo, pero, a ese tipo no le gustas y no les vas a gustar jamás— aquello dejó boquiabierto al mayor, que estaba listo para atacar— no lo digo por tu apariencia, eres lindo y todo, pero, para Kim NamJoon siempre va a haber alguien mejor que todos los demás, no te esfuerces en vano— salió de allí lo antes posible previendo que su amigo no continuara.

—Así que, Kim NamJoon...ya veremos si es tan difícil, mocoso maleducado— gruñó cerrando los ojos.

ya veremos si es tan difícil, mocoso maleducado— gruñó cerrando los ojos

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NOT INTO YOU [NAMJIN]✓✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora