CAPÍTULO 2

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Ada Walker:

Después de lo de Kein no quise saber de nada, quería ir a ver a mi madre, pero algunos sonidos de gemidos se hicieron presentes ¿mi madre con mi padre? Vamos se veía que él no la soportaba, algunas veces creía que la toleraba por mí, pero luego me decía que era mentira porque mi padre me trataba de la mierda.

Subí los escalones de mi casa sin hacer mucho ruido. El cuarto de Cecia se escuchan los gemidos, vamos no creo que sea tan descarada para traer a un hombre a la casa, seguro mi padre la despediría. Entre abrí la puerta y lo vi a él, mi padre estaba cogiendo a Cecia sin pudor, la tenía en cuatro, ¿Cómo no me di cuenta? Joder la chica siempre lleva un escote pronunciado.

—¡Oh! ¡Will más duro!

La escena me perturbo, no me di cuenta, pero mis mejillas estaban empapadas de lágrimas. Tal vez mi madre y él ya no tuvieran nada, pero nunca pude imaginar que sería capaz de engañarla de esa forma.

—¿Te gusta qué te folle duro? Eres una mojigata.

No pude escuchar más porque me largué. Cerré despacio la puerta y fui a ver a mi madre, como me lo imaginé, ella estaba con un bote de pastilla dormida. Estaba peleada con Kein en cierta forma, aún estaba traumada con lo de Pablo, joder mi vida si era un asco y hasta ahora me doy cuenta. Mi padre cogiéndose todo este tiempo a Cecia, mi madre casi muerta y Kein enojado por nada, lo tenía que llamar.

Llegó la noche, mi padre había salido con Cecia, según él iba a volver en tres días, sola, estaba sola, porque con mi madre estaba sola. La cortina de mi habitación estaba abierta, como mi padre no estaba para que me dijera algo la había abierto. Pequeñas gotas de agua empezaron a caer. El bosque atrás de mi casa se miraba del miedo, como una película de terror, el pueblo estaba vacío, como si no hubiera ningún alma en Deinden.

Mi celular vibró. Kein me estaba llamando. Mi corazón se aceleró. Contesté.

—Hola guapa. Te quería invitar a una fiesta, es en mi casa —dijo.

—Hola, no esperaba tu llamada. —Hice una pausa. —No sé si pueda ir, no quiero dejar a mi madre sola, ya que mi padre no está, se ha ido.

—Bien, paso por ti en media hora. —Cortó.

Rodé los ojos. ¿Para qué me pregunta si de igual forma vendrá?

Me voy a mi habitación y me pongo un vestido rojo, era corto, se me veían mis curvas y mis pechos, mierda, con este vestido se me miraba más grande el culo. Kein se iba a morir. Llevaba unas braguitas diminutas y sin sostén. Kein Miller hoy le iba a dar un infarto.

Después de media hora Kein sonó el claxon de su auto. Esta vez llevaba su Mercedes-Benz. Se bajó del auto y me agarró de las caderas, me besó, su lengua tocó la mía, sus manos se fueron a mi trasero y lo apretó.

—Joder no sabes no desesperado que estoy por comerte el coño —cuando dijo eso mis mejillas ardieron. Me siguió besando, sus besos bajaron a mi cuello—. Y porque mi polla este dentro de ti, quiero oírte gemir mi nombre y grites quién es el dueño de tu lindo y rosado coño.

Dios, me iba a morir. Estaba segura que si él seguía besándome así no íbamos a llegar a la fiesta en su casa.

—Kein —lo quite de mi cuello, pero sus manos seguían en mi culo —, debemos irnos, no quieres llegar tarde ¿O sí? —Pregunté.

Me miró a los ojos.

—Te ves jodidamente preciosa, cariño. Vamos.

Tardamos diez minutos para llegar a su casa. Mierda, su casa estaba que reventaba. Nos dirigimos a saludar al equipo del fútbol americano. Algunas miradas se dirigieron a mí, bueno, a mi culo quizás. Estaba Jack, su mejor amigo, no el mío, algunas veces lo detestaba, tal vez porque a su novia le hablaba como si fuera basura y lo peor era que la engañaba en sus narices.

KEINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora