CAPÍTULO 4

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Irgendwann passen alle Dinge. Bis dahin lache über die Verwirrung, leve in den Momenten und wisse, dass alles aus einem bestimmten Grund passiert.

Ada Walker:

Hoy el día estaba lluvioso, el cielo estaba oscuro, tan oscuro como el interior de mi casa. Me di cuenta que yo estaba rota por dentro y eso nadie lo iba a reponer, porque nadie se preocupaba por mí.

Mi madre no estaba en casa y eso era raro, después de años por fin había salido, bueno, mi padre la había obligado y en sí me ponía feliz; tenía la casa sola, ¿pero de qué sirve tener una casa sola cuando no la compartes con nadie? Exacto, no vale nada.

Hace una semana había pasado lo de la fiesta de Kein, hace una semana había pasado que todos sospechaban de mí, hace una semana había muerto Pablo, bueno, lo habían asesinado. Hace una semana todo se fue a la mierda con el pueblo, ya casi nadie salía en las noches, si antes el pueblo era un pueblo fantasma, ahora nadie habita en el.

Aún con la lluvia salí para sacar la basura, me mojé toda. Me quedé ahí, viendo el cielo y sintiendo cómo las gotas caían lentamente por mi cara; y no me di cuenta cuando empecé a llover. Entonces empecé a cantar.

“She stares at her ceiling once again
With a hundred thoughts
Maybe be knows who I am?
Probably not
She walks down the hall with her
Head down low
Scared to meet his eyes
Even when she hears his voice”

Entre rápido a casa, me sentía rota, pero no sabía por qué. Subí las escaleras rápido, para poder ducharme, necesitaba tranquilidad, necesitaba dejar de romperme, necesitaba estar… ni siquiera sabía lo que necesitaba.

Salí con una toalla del baño, entonces grité. En la habitación había sangre, en la cama estaba una nota.

“Cuídate”.
Con amor. A.W.

¿Quién cojones era A.W.? Tenía que limpiar el desastre. La sangre olía demasiado fuerte, casi vomite, pero tenía que limpiar antes de que mis padres y Cecia volvieran. Tuve que buscar en internet qué cómo podía quitar la sangre.

Bueno en internet decía que tenía que buscar agua fría, agua oxigenada, agua carbonatada, sal, ¿pasta de dientes? Ablandador de carne en polvo, ¿pero qué coño era eso? Me froté la sien, me estaba empezando a dar dolor de cabeza, también decía que tenía que utilizar jabón y ¿amoníaco? Joder, ¿dónde putas voy a conseguir todo eso? Lo primero que hice fue lavar las sábanas, bajé las escaleras con cuidado de no tocar la sangre, ¿quién pudo entrar en la casa? ¿Cómo no escuché?

Encendí las luces del cuarto, donde estaba la lavadora, los jabones para poder lavar mis sábanas, las metí con mucho cuidado de no llenar la lavadora de sangre. Pero la verdadera pregunta era, ¿de quién era la sangre? No, no, quería vomitar. Cuando me di vuelta se fue la luz. Me quedé quieta en mi lugar, tratando de visualizar algo para con qué defender, no sabía si alguien estaba acompañándome. Joder, mis pelitos se pusieron de punta, mi corazón latió a mil por hora.

Entonces lo sentí, sentí ese escalofrío recorrer toda mi espalda hasta llegar a mis pies. Cerré los ojos con fuerza y no los quise abrir, tenía miedo, miedo hacer asesinada en mi propia casa. Entonces sentí a alguien en frente de mí. Acarició mi cara, yo era la siguiente presa de él. Sus manos eras masculinas, hondo. Entonces lo escuche hablar:

—Abre los ojos, preciosa —su voz se escuchaba distorsionada. Me di cuenta que no era suya—. Vamos, preciosa. Que no muerdo, si no quieres —lágrimas ya habían salido de mis ojos. Estaba muerta de miedo.

KEINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora