CAPÍTULO 6

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A:

Necesitaba matar, no, quería matar a alguien, era necesario, mis manos deseaban sentir sangre, mi mente me pedía a gritos que matara alguien, que jugara con la sangre. Que llenara una tina de sangre y me bañara en ella. Pobre el que se cruzara conmigo esta mañana, no me interesaba quién fuera, si era o no mi amigo, bueno, no tenía amigos, si era un socio, aunque viéndolo bien, yo no tengo socios. No tenía a nadie, así que no me importaba si mataba a cualquiera.

Nadie me interesaba, solamente me interesaba yo. Ahora tenía ganas de matar a más de una persona, eso me pasaba si no hacía las cosas rápido, eso de esperar cinco minutos a que alguien apareciera por la puerta y matarlo era un poco aburrido. Era mejor ir por tu presa, no que ella venga a ti, eso es muy, pero muy aburrido.

Mi cabeza iba a estallar, no soportaba el ruido que había en la casa. Alguien entro, mi sonrisa maliciosa apareció en mis labios.

—No has bajado a desayunar —me recordó, me había estado diciendo desde ayer que tenía que bajar, me tenía una sorpresa y yo odiaba las sorpresas, la odiaba a ella.

Volví a la ventana. ¿Cuándo le iba a quedar claro que no me interesaban sus cosas? Estaba harto que pensara que me interesaba un poco su vida, era aburrida como la de todos los seres humanos, menos la mía; si ella supiera lo que pasaba en mi mente, estaría orinándose en sus bragas.

—Ya te dije que no me interesa —me encogí de hombros—. ¿Por qué hay tanto ruido? Te dije que no me gustaba el ruido. No lo soporto.

Ella frunció un poco su ceño, tenía un vestido blanco, no traía sujetador y sus pezones estaban erectos, por ahora no me interesaba su cuerpo, en estos momentos me interesaba otra cosa.

—No hay ruido

Y ahí estaba.

Me acerqué tan rápido a ella que dio un paso atrás, le corté un poco su cuello. Odiaba que me contradijeran, me estaba diciendo loco, como ella, odiaba eso. Le iba a meter más la daga, pero menciono una palabra que me dejo helado hasta los huesos. Odiaba esa palabra, ella lo sabía, la iba a matar, pero nuevamente dijo la palabra.

—No me trates de loco —lamí su cuello. Su sangre estaba deliciosa, ya la había probado, pero para mí siempre iba hacer la primera vez, era como un niño con un juguete nuevo.

—Está aquí

Me quedé quieto.



Ada Walker:

Me desperté del sueño, soñaba que cada persona que conocía me mataba, hasta la bibliotecaria, más me asusto cuando Kein me apuñalaba, ese fue el último sueño, mis lágrimas ya estaban en mis mejillas. Quise llorar más, pero vi la hora; por lo menos era sábado, eso significaba que nadie estaba en mi casa —mi madre, pero ella contaba como nadie—, aunque teniendo en cuenta que no sufre nada y no toma nada, tengo que tener más cuidado.

Entonces caí en cuenta que ella sabía que Kein había estado en mi casa algunas noches, mierda, espero y no se lo haya contado a mi padre. Yo no le iba a contar nada a mi padre sobre mi madre, era secreto de ella, ella tenía que decírselo, yo no era nadie. No era mi secreto, no revelaba nada.

Hoy tenía que limpiar mi habitación, Cecia tenía prohibido entrar aquí, le había dicho que si entraba iba a decirle a mi madre que se estaba acostado con mi padre, bueno, no se lo dije, me lo dije a mi misma o eso me hice creer. Sabía en lo más profundo que no diría nada, porque no era mi secreto.

Mi habitación no era mucho desorden. Tenía que botar los dedos, no sabía si en la basura o los enterraba, opte por la segunda opción, porque si los botaba se iban a dar cuenta que había dedos en el camión de la basura, además, que no pasaba antes el martes por la noche. Eso significa que iba a oler horrible y no quería policías preguntado cosas.
Tenía que hablar con Kein hoy, no sabía si ir a su casa o ir a comer algo, pero mejor le mande un mensaje diciendo que nos viéramos mañana, hoy no tenía nada de humor para verlo. Lo quería, pero hoy quería estar en mi burbuja. Sola. Como siempre.

KEINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora