Capitulo 7

245 35 12
                                    

—Hola, Dean. 

—Hola, Dean. 

—Hola Dean.

Los sueños del ex cazador no eran más que esos recuerdos de Cas saludándolo a como comúnmente lo hacía en el pasado cada que se aparecía—Y, de vez en cuando, lo asustaba—o hablaban por celular.

 Y entonces, ese recuerdo tan horrible llega a sus sueños: Ya se sentía aliviado por ver a Cas de nuevo del otro lado con él y Sam, sin embargo, eso no duró mucho, pues lo siguiente que sus ojos vieron fue cómo una luz salía de los ojos y boca de Cas, esto gracias a que una espada celestial había atravesado su pecho. 

—¡¡No!!—fue lo único que alcanzó a gritar. 

La luz se apagó y sus ojos siguieron al cuerpo de su amigo caer al suelo.

Dean abre los ojos de golpe, levantándose rápidamente de su cama, respirando agitadamente, haciendo que su pecho subiera y bajara múltiples veces. Mira a todos lados de la habitación. Estaba solo. Sam dormía plácidamente en su propio cuarto. Se talla los ojos con una de sus manos, pues la otra era en la que estaba apoyando todo su peso. Mira nuevamente a todos lados al quitarse la mano de la cara, ya más tranquilo pero con el ceño medio fruncido. 

En serio que todo ese asunto con Cas lo estaba teniendo mal. 

Se levantó de la cama, poniéndose sus pantuflas negras, y salió del cuarto, dirigiéndose a la cocina al bajar las escaleras. Necesitaba agua. Ya en la cocina, tomó de la alacena un vaso de vidrio, abrió la llave del lavabo y se sirvió agua; acto seguido, la bebió de un sólo golpe. Dejó el vaso a un lado del lavabo. Dean se dio la vuelta y se recargó en la encimera con los ojos cerrados, la cabeza un tanto hacia atrás y sus brazos cruzados. 

¿Cómo debería de sentirse exactamente? Enojado. Así se sentía. ¿Qué posibilidades había de ver a Cas ahora que él era alguien importante en el cielo? Casi nulas, puesto que Sam le avisó que le dejara de llamar y rezar por lo ocupado que estaba. Un arcángel... ¿Su nuevo puesto lo habrá cambiado? No lo sabía. ¿Habrá cambiado de recipiente? Tampoco lo sabía, y no le gustaba imaginarlo, dado que estaba demasiado acostumbrado a relacionar a Cas con cabello negro, piel blanca, ojos azules y una barba de unos cuantos días. ¿Seguiría siendo el mismo Cas que conocía?... Esperaba que sí. Hasta le molesta el imaginarse que el disco duro de Cas se reseteara y volviera a ser el Castiel frío y antipático que era cuando lo conoció. 

Dean suspira, bajando su cabeza y barre su vista por lo que tenía en frente: Justo en frente, a unos pasos, se encontraba un gran ventanal que daba hacia la alberca. La casa de Dean y Sam era grande, de un color blanco, con el piso, puertas y escaleras de color negro. Tenía dos plantas: En la de abajo estaba la alberca, el comedor, la cocina, el bar (Este estaba en a fuera, en la parte de la alberca), la sala, el garaje y la biblioteca. En la de arriba estaban las habitaciones y un balcón que daba hacia la alberca. La luna iluminaba la alberca, mientras que la luz de color amarillo que estaba encendida en la cocina, iluminaba a Dean y todo lo que estuviera a su alcance. 

Era mejor que volviera a la cama. Por la mañana iban a llegar sus padres, Bobby y el resto de sus amigos para relajarse un momento en la alberca y desayunar juntos. Agarró el vaso, al girarse, y lo dejó boca a bajo en el escurridor de trastes que tenía en frente; apagó la luz y subió las escaleras para ir a su cuarto. 

El hombre con camiseta de Batman se dejó caer en su cama, mirando el techo, con sus manos sobre su estómago. No le había gustado soñar con ese espantoso momento en el que vio a Lucifer matar a Cas. Más bien, no le gustaba recordar ello. Se había sentido realmente mal por haber perdido a Cas de esa manera; tanto le había afectado que incluso se desquitó con Jack y sólo deseaba estar muerto. 

¿Qué pasaría si...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora