Capítulo 17

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—¿Y Sam a qué hora regresará?—pregunta el ahora arcángel.

Dean se encoge de hombros.

—¿Por qué?

—Hace un tiempo que no lo veo y no hablamos. Es divertido hablar con él.

Algo se despierta en Dean, un sentimiento feo, un malestar.

—¿Ah sí? ¿De qué hablan o qué?—pregunta, curioso. Se pregunta si hablan de él.

—Mmm...—Piensa el arcángel—A veces de la naturaleza, o de lo que él aprendió en su escuela de leyes, también nos gusta hablar de cosas casuales. —contesta—No sabía que su color favorito era el café, me dijo que le transmitía tranquilidad; tal vez le regale algo que tenga qué ver con el café—piensa en voz alta.

—Ah—es lo que se limita Dean a contestar, para enseguida beber de su cerveza.

—¿Qué pasa?—pregunta, notando su ahora, indiferencia.

—No, nada. Creí que hablaban de cosas más interesantes—se encoge levemente de hombros.

Cass hace una mueca.

—Es interesante para nosotros—contesta. A veces le molesta que Dean haga comentarios como esos hacia los temas de interés común.

—¿Sí? Pues nunca me has preguntado mi color favorito. Es el rojo, por cierto, o el negro, cualquiera de esos dos, gracias—bufa, algo molesto, y destapa otra cerveza.

—Oh, bueno, es que como son temas aburridos para ti—se encoge de hombros.

Dean sabe que se puso solito la soga al cuello.

—Sí, pero no te cuesta nada preguntar—responde casi casi indignado.

Cass suspira.

—A veces no te entiendo—niega con su cabeza, sin saber qué realmente pasa por la cabeza de Dean.

Ni él ni Dean dicen nada.

Cass solo mira el atardecer, y Dean mira a Cass, pero con los dientes apretados. Sam y Cass claro que eran amigos, y claro que había momentos en los que Cass y Sam se quedaban juntos y solos en el búnker o iban solos a otros lugares; pero a Dean le empezó a molestar un poco que Cass le notificara que ahora que ya están muertos y sin preocupaciones, él y Sam hablaran como si nada.
Esto, en la cabeza de Dean, es algo lógico y se siente excluido. Sí, eso, excluido, de lo contrario, ¿de qué otra forma podría llamar a su malestar?.
Debía de hablar con Sam.

Cass mira a Dean de reojo, y al verlo con un semblante serio, se voltea.

—¿Pasa algo?—pregunta.

Dean cierra sus ojos y menea su cabeza, regresando al presente.

—Sí, claro—dice, algo molesto, inhala y exhala con pesadez, tratando de quitarse ese malestar—¿Y cómo vas con tus tareas de arcángel?.

—Bueno, es algo pesado, pero tengo a mis amigos para ayudarme—contesta.

—¿Amigos? ¿Los conozco?—pregunta Dean curioso, para luego tomar de su cerveza.

—Sí, pues, Gabriel, Hannah, Benjamín—enumera con sus dedos, aunque Dean, sin darse cuenta, aprieta un poco la botella en cuanto menciona el nombre de Benjamín.

—Ah, que-qué bien—asiente, mirando su botella—Hannah es la que trató de matarme, ¿No? Bueno, hacer que tú nos mataras a Sam y a mí—recuerda.

—Sí, pero, es confiable para mí. Ya hablé con ella y está dispuesta a ayudarme con todo esto—responde Cass, seguro de sus palabras, pues Hannah ahora estaba realmente interesada en ayudar a Castiel.

¿Qué pasaría si...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora