Disponible Para Mí

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Andrew POV

Mis manos se afirmaron en su diminuta cintura. El sabor de los labios de Jill seguía siendo el mismo, exquisito, delicioso, simplemente embriagador. Acaricié su rostro con tanta suavidad; tenía miedo de que todo fuera un sueño y Jill se diluyera entre mis dedos.

Jadeamos un poco cuando la falta de aire se hizo necesario entre los dos. Abracé con fuerza a mi dulce hada.

-Andrew...

Suspiré con fuerza y por fin decidí abrir los ojos y contemplar a la hermosa mujer de enfrente. -Me has hecho mucha falta, Jill.

Un pequeño sonrojo se formó en sus mejillas y las acaricie suavemente.

-Y tú a mí, Andrew.

Nos volvimos a besar y la sensación fue más intensa de lo que recordaba....

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El mesero nos trajo los cafés que habíamos pedido. Después de nuestro encuentro en la calle, invité a Jill a comer. Mi corazón decía que disfrutara de su compañía, mi razón me decía que ahora yo tenía a Amelie.

-Y... cuéntame, ¿Qué ha sido de tu vida, Jill?

-¿Eh? -Creo que la había sacado de sus pensamientos. -Me repites la pregunta por favor?

-¿Qué, que has hecho de tu vida?

Me sonrió de la misma forma que lo recordaba. Con un par de hoyuelos en sus comisuras. Me derretía completamente.

-Después de que, pues, me mudé de Texas, terminé el bachillerato y mi universidad en los Ángeles, -tomó un sorbo a su café y yo no podía despegar mis ojos de ella- Me gane una beca para estudiar en Paris, estando allá despegue mi carrera como diseñadora de moda.

-Tu sueño hecho realidad. -Sonreí sinceramente, nadie mejor que yo sabía que desde que éramos niños, Jill quería ser diseñadora de moda.

-Sí, ahora tengo mi propia línea y soy reconocida mundialmente.

-Y, ¿Cómo es que yo nunca supe de ti?

Rio de mi comentario. -Bueno Andrew, no creo que las empresas transnacionales estén muy interesadas en la moda, ¿o sí?

-Tienes razón, no creo que se relacionen mucho.

Bebía de mi café con cuidado cuando me lanzo la pelotita. -¿Y tú? ¿Que has hecho de tu vida?

Me queme la lengua, casi grito del dolor que sentía.

-Bueno, yo... me casé. -Debía ser sincero. Siempre lo habíamos sido. -Te busque... pero jamás te encontré. Nunca se me ocurrió que estuvieras en Europa. -Baje la mirada observando mi café. -Y después de conseguir todo lo que tú y yo algún día soñamos, la casa, el lago, la carrera, aun me falta el perro pero bueno... conocí a Amelie, es muy linda y buena esposa, si la conocieras no me sorprendería que se hicieran mejores amigas. -Sonreí sin ganas y ninguno dijo más.

-Jill... -Tome mi mano sobre la mesa y la hice verme.

-¿Si, Andrew?

Mi mano acaricio su rostro y no pudo evitar cerrar sus ojos y suspirar ante mi roce.

-Jill... ¿aún me amas?

-Andrew... -me miró- nunca nadie te amara de esta forma en que lo hago, estoy segura, -beso mi mano- es un grado muy difícil de superar, tenemos tanto pasado, ¡tantas caricias! -Hice una mueca algo incomoda, aun quedaba un detalle- Pero no interpretes mal, no niego que no haya quien te pueda amar, es solo que me refiero a mi derecho de antigüedad, la antigüedad que tiene el amor que aun siento por ti y que es muy difícil de explicar.

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