Había pasado demasiado tiempo desde que me sentía completo. Mi vida
entera, el amor de mi vida se me había ido la misma noche que se la
llevaron de mi lado.Desde el día en que nos despedimos, desde esa noche fría, no había
vuelto a soñar, ha ilusionarme de la misma forma. Cada suspiro, cada
palabra que digo, cada mirada ilusionada que lanzaba el viento eran
para ella. Desde el día que nos separamos ya no vivo.Me encontraba en el balcón de mi casa, contemplando la luna. Esa misma luna que había sido testigo del gran amor que sentía por Jill. Esa luna que nos miraba sonriendo, cuando cada noche nos veíamos cercas del lago de Texas, donde nos habíamos besado por primera vez cuando teníamos siete y ocho años, cuando nos dijimos lo que sentíamos el uno por el otro, nuestra primera vez y muchas cosas que habíamos vivido juntos.
Di un trago al whisky que tenía entre mis manos, estos momentos los
usaba para olvidarme de toda mi vida, para olvidarme del trabajo y de con lo que ahora vivo; estos momentos los usaba para pensar en mi hada encantadora.Suspiré mirando de nuevo a la luna. ¿Cómo se encontrará? ¿Seguirá
vistiendo de blanco? ¿El domingo seguirá siendo su día favorito? ¿Aún
pensará en mí, como yo lo hago con ella? No, seguro que no lo hace.
Han pasado demasiados años para que ella aun piense en un amor que parecía eterno.Ojala pudiera saber dónde está Jill, así le pediría que me dijera cómo es que me olvido. Cómo es que puedo matar todo lo triste que se apodera de mi alma desde que no está. Desde el día en que se fue me siento desolado, pero aun así eh tratado de salir adelante.
Tenía todo lo que Jill y yo soñamos una vez. Una carrera prometedora,
ejecutivo empresarial en una de las corporaciones más prestigiosas del
país; una casa con un balcón mirando directamente a un estanque
donde se pudiera reflejar la luna, habitación que ahora es mi despacho; y una familia... bueno, una mujer que adoraba, pero que nunca podré
llegar a amar completamente como ella lo merecía.Caminé hacia mi recamara. Mi esposa yacía en la cama profundamente
dormida, tan hermosa como siempre, pero no era la mujer que deseaba
intensamente que ocupara ese lugar.A esta hora y con la casa completamente en silencio sólo deseaba que algún engendrito soltara el llanto para que Jill y yo fuéramos a cuidarlo y velar por sus sueños, pero solo era un sueño guajiro que aun no podía hacer realidad. Ni siquiera con mi esposa.
Quite toda la ropa que vestía para ponerme el pijama. Ya pasaba de la
media noche, ya debía descansar, al día siguiente tenía muchas cosas
que hacer.-¿Qué hora es, amor? -Pregunto Amelie un tanto adormilada.
¡Como deseaba que Jill fuera la que me dijera amor!
Me acosté a su lado dentro de las cobijas. -Lo suficiente tarde, sigue
durmiendo.-No deberías seguir desvelándote tanto -bostezó abrazándome- por
eso cargas con esas ojeras siempre.La misma ocurrencia me hubiera dicho Jill.
-Vamos a dormir. -Besé su cabello achocolatado y cerré los ojos.
-Te quiero, Andrew. -Pronunció mi esposa con un suspiro antes de
dormirse nuevamente.Al día siguiente, salí de mi casa con el suficiente tiempo que necesitaba
para llegar de los suburbios al centro de New York. Tráfico, tráfico y más
tráfico. Así es como podría describir a la jungla de asfalto. Los asuntos
que necesitaba resolver los tenía listos, así que a eso de las dos de la
tarde salí a comer.Se me apetecía comer en un pequeño restaurant cerca de Central Park
y como no se encontraba lejos de mi oficina, fui caminando.Nuevamente iba divagando en los recuerdos que tenía de Jill, cuando
choque con una persona haciéndola caer al suelo. Una mujer, su cabello largo y sedoso, totalmente lacio y de un color negro azabache que podía llegar a fascinarme, un vestido blanco con varios decorados rojos; el haber ocasionado que cayera, me dejo ver
sus bien torneadas piernas; su cuerpo pequeño como el de una hadita...-¡Señorita!, permítame ayudarla por favor. -Me apresure a decir,
ayudando a aquella mujer a ponerse de pie-. Perdóneme por favor,
venía distraído.-No se preocupe, caballero. -Dijo mientras sacudía su vestido, pero
esa voz... ¡Esa voz es la de mi Jill! Jamás podría olvidar su voz. -Es
culpa mía, venía viendo los aparadores.Cuando sus ojos vieron por fin los míos, me di cuenta de que era ella.
Nadie más podía tener esas facciones tan únicas, nadie más podía quitar
o proveer el aliento como lo hacía ella, nadie podía tener la suavidad de
la piel de sus manos, esas mismas manos que ahora se encuentran
entre las mías.-¿Jill? -Dije todavía dudoso de que mi mente me jugara una mala
pasada. Pero mi corazón lo sentía. ¡Mis manos la estaban tocando, era
ella! -¿Jill Larkin?-¿Andrew Gray? -¿No me reconocía a caso?
-¡Sí soy yo, Jill!
-¡Oh, Andrew! -Me abrazó con mucha fuerza, con la misma fuerza que
yo la abrazaba a ella.No sé cuánto tiempo es el que pudimos estar así, pero yo rezaba por
que fuera eterno, porque jamás terminara... pero termino.-Mi caballero sureño -dijo Jill con sus ojos cristalinos, tocando mi
rostro-, no sabes cuánto te he echado de menos.Lo que hizo después me tomo por sorpresa. ¿Pero cuantas veces no
soñé con volver a probar los dulces labios de Jill? De tenerla
nuevamente entre mis brazos abrazándola y besándola como si nuestras vidas dependieran de ello, ¿cuántas veces? Millones de ellas. Y hoy, después de muchos años de ausencia, y frente a todos y nadie a la vez, nos estábamos besando, como si el tiempo que estuvimos lejos jamás
hubiera pasado, como si nada más importara más que mi pequeña
damisela y yo.-------------------
Gracias por darse el tiempo de pasar y leer esta historia que con muchas ganas escribí.
Dejen sus comentarios, les prometo que leeré y contestaré cada una de sus preguntas.
Nos vemos pronto.•Lunna Jett
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Disponible Para Mí
Romansa¿Tú dejarías a tu esposa por alguien que volvió del pasado? ¿Y si las amas a las dos? Dime, ¿qué harías? No sé que duele más, si perderla a ella... o tú y yo dejarnos de mirar. QUEDA PROHIBIDA LA COPIA PARCIAL O TOTAL DE LA HISTORIA. Registrada en S...