Aceite y Agua

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Andrew POV

-¿Me harías el grandioso honor de permitirme pasar el resto de mi vida a tu lado? ¿Quieres ser mi esposa?

Todos, incluida Rosa y yo, jadeamos de sorpresa. Diego me había dicho que no jugaría limpio, pero no pensé que fuera a hacer eso. El bastardo supo dar un buen golpe, solo esperaba que mi Jillie dijera que no.

Mire el rostro de mi pequeña diseñadora, y no había más que sorpresa en su faz. Ella tampoco se esperaba esto.

Rosa tomo mi mano bajo la mesa con una clara intensión de que me calmara, no sé qué expresión tenía en este momento pero no debía ser una agradable.

Mire a mi amiga y su angustia se veía reflejada en sus ojos, devolví la vista a mi pequeña aferrándome a mi esperanza.

-Entonces, ¿qué dices princesa?

Se notaba que Diego estaba igual que yo esperando la respuesta.

Jill miro hacia el público y sin dar explicación salió corriendo por el escenario. Un sonoro respiro se escucho por toda mi mesa.

Mis amigos y yo lo habíamos contenido a expensas de esa respuesta, por ahora,
estaba claro que Jill no había negado la propuesta, pero tampoco la había aceptado.

Diego corrió tras Jill, y Charlotte, junto con Rosmmy en brazos dieron por concluido el desfile e inicio la after party. Jenna se levanto para ir por Rosemary.

-Eso estuvo cercas. -Rosa soltó mi mano y me fije que se la había dejado en un tono rojizo de tanta fuerza que ejercí en ella.

-Perdona.

Negó inmediatamente. -No es nada, güero.

-Creo que deberías ir a buscar a Jill, -La voz de Jenna atrajo mi atención. Arrullaba a Rosmmy que poco a poco empezaba a adormecerse. -Según escuche, está encerrada en un camerino y ni Diego ha podido lograr que le abriera.

-¿Crees que a mí si me quiera abrir? -Pregunte dudoso.

-No pierdes nada con intentarlo, -Me sonrió Ray tomando la mano de su mujer. -¡Anda, Ve!

Mire a mi amiga y le sonreí a medias. -Perdón por dejarte a solas.

-¡Blah! ¡Pamplinas! -Hizo ademanes con la mano. -Iré a ver que me encuentro por ahí, después de todo, esto es una fiesta.

Bese su mejilla y le susurre unas gracias. Enseguida salí corriendo hacia
los vestidores. No me costó trabajo encontrar donde era que Jill se había encerrado. Todas las modelos y Diego mismo se encontraba alrededor de éste.

-Jill, preciosa, ábreme la puerta por favor. -Decía Diego pegado a la puerta mientras tocaba al mismo tiempo. -Vamos a hablar.

No obtuvo respuesta alguna.

Apreté mi mandíbula y cerré mis manos en puños a tal grado de que mis
nudillos se pusieron completamente blancos. La rabia crecía dentro de
mí hasta que fije mi mirada en la puerta blanca. Jill se encontraba
mal, y yo egoístamente solo pensaba en mí y en todo el rencor que sentía por ese que se decía novio de Jill.

No sé a ciencia cierta lo que paso, pero el enojo y la frustración que sentía por Diego desaparecieron momentáneamente. Poco a poco las
modelos y encargados empezaron a despejar el camerino.

-Jill, ¡por favor ábreme! -Lamentaba Diego aun en la puerta.

-Con eso no lograras que te abra.

Lydon de enderezo completamente, recuperando la expresión que tenía
en el rostro.

-¿Tú qué haces aquí? -Espetó-.

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