Para Bien o Para Mal

1.3K 52 11
                                    

Hay un pequeño lemmon en éste capítulo.

Andrew POV

Habían pasado casi una semana desde la cena en casa de los Collins, y aunque me había divertido de sobremanera, no había dejado de pensar en Jill ni un solo segundo.

-¡Venga, hermano! -Me dijo Ray- ¿Por qué no vas a buscarla?

-¿Para qué, Ray? ¿Para qué me diga que no quiere verme nunca más? -Lo miré a los ojos- No podría soportarlo.

-Quizás sí, quizás no, cualquiera que sea la respuesta nunca la sabrás. -Se sentó en mi sofá- Porque tú me querido amigo, eres un cobarde.

-¡Disculpa, pero no! -Repliqué- Jamás he sido un cobarde.

-Te apuesto cien dólares a que no la vas a buscar.

-Vengan esos cien dólares -Le tendí mi mano y Ray solo me miró alzando una de sus pobladas cejas. -en este mismo momento iré.

-¿Ah sí? Pues te acompaño.

Tragué saliva, la verdad y aunque no necesitara el dinero, no tenía planeado ir al despacho de Jill, pero ahora tenía que hacerlo porque sino esto me seguiría el reto de mi vida, y sobre todo la culpa de por miedo nunca comprobar que pasaría.

-OK, vamos.

Todo el camino a las oficinas de Jill lo recorrí nervioso, y aunque trataba de controlarme, no tuve mucho éxito. Ray claramente disfrutaba de esto.

-Tranquilo, hombre, -me dijo en un alto de semáforo que hicimos- solo es una chica.

-No Ray, no solo es una chica. -Suspiré al recordarla. -Es Jill, la más perfecta mujer que pudo crear Dios.

-¡Hey!, mi Jenna también es perfecta.

-Lo sé, lo sé, - Hice una mueca involuntaria- Amelie también es perfecta, todas son perfectas a su modo.

Tenía que distraerme un poco. -Oye, ¿Y Chase?

-Anda por ahí, -Dijo con simpleza- con eso de que ya se va a quedar a vivir aquí, anda buscando un departamento y arreglando su traslado a una universidad de aquí.

-Espero verlo pronto.

-El viernes será noche de chicos, ya sabes, futbol, bebida, comida. Todo en mi casa, ¿Qué dices?

-Claro, porque no, -contesté sonriendo de lado- me servirá para distraerme de lo que pase hoy.

-Pues que bueno porque ya llegamos.

El corazón se me aceleró y baje del automóvil. Subimos Ray y yo en silencio, me estaba dando mi espacio y eso se lo agradecía enormemente. Había llegado la hora, era ahora o nunca.

-Tú puedes, Andrew.

Le sonreí, o más bien le hice una mueca de resignación a Ray mientras caminaba hacia la recepcionista. ¡Joder! Cualquier cosa que incumbiera a Jill me ponía nervioso, así que hice un último intento y me controle e inhale unas cuantas veces.

-Buenos días, mi nombre es Ángel, ¿En qué puedo servirle? -Dijo la secretaria al verme.

-Buenos días, vengo a ver a Jill Larkin, soy Andrew Gray.

-¿Tiene cita? -Me dijo revisando unos papeles.

-La verdad es que no, pero ella me conoce, si quiere puede preguntarle.

-Un momento por favor. -Me contesto Ángel.

Voltee a ver a Ray quien hablaba muy animadamente con una pelirroja. No le di mucha importancia, sabía que Ray podía hacer cualquier cosa, pero nunca lastimaría a Jenna. -Puede pasar.

Disponible Para MíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora