William pasó por la puerta pintada con un blanco desgastado. Por fuera parecía que la casa estaba abandonada, pero al entrar era una atmósfera totalmente distinta. El salón principal estaba iluminado con pequeñas luces que colgaban del techo, las estanterías estaban llenas de libros ordenados alfabéticamente y por tamaño, olía a vainilla y canela por toda la casa, y las cortinas estaban ligeramente cerradas para crear un ambiente perfecto para relajarse.
- Perdona por la falta de luz.- Dijo Chris. Pero William lo ignoro, dejó la cinta sobre una mesita cercana y procedió a acercarse a las estanterías y a leer los títulos de los libros uno a uno. Kris soltó una risilla.- Veo que no has cambiado nada.
El mayor fue a la cocina que se encontraba a escasos metros detrás del sofá abierta a la vista a prepararle la prometida taza de chocolate a Will. Puso una pequeña cazuela con leche a calentar en el fogón y después metió un vaso con agua en el microondas.
- Bueno, que tal te ha ido mientras yo no estaba.- Dijo Chris mientras tomaba la cinta y la reproducía en una pequeña radio.
- Supongo que bien, mamá trabaja a jornada completa ahora, así que la mayoría del tiempo estoy solo en casa.- Contestó William aun distraído.
- De esa forma has tenido mucho más silencio para escribir ¿no?-
- Claro, escribir.- Mientras terminaba la frase saco un libro de la estantería, Kris parecía confundido.
- ¿Es que ya no escribes?- Pregunto muy serio.
- Yo..., lo deje cuando te ocurrió aquello.
- Ya veo.- El mayor dejó caer un suspiro.- Bueno, todo el mundo necesita un descanso de vez en cuando, quizá para ver otra perspectiva o simplemente para poder seguir adelante.- Dijo mientras se levantaba del sofá, volvió a la cocina y saco el vaso del microondas.- Lo importante es que seas feliz.- abrió una de las puertecitas del mueble de cocina y saco una bolsita de té y chocolate en polvo.
William se sentó en el sofá y abrió aquel libro que había cogido. Le sorprendió ver que tenía el nombre de su padre grabado en él, pero decidió pasar de largo y empezar a leer la primera página del libro cuyo título era "susurros de la muerte"
"en la noche más oscura del año, cuando el sol caiga y el último rayo alumbre a la tierra, la muerte se alzara sobre las sombras y escuchará los susurros de piedad de los humanos. Pero aunque pidan perdón la muerte no podrá evitarlo y se llevara las almas de todos ellos a su santuario de silencio, para que descansen para siempre en paz"
El formato de ese libro era algo extraño, las páginas estaban escritas como si fueran poemas aunque no fuera un libro que recopilaba a estos. El olor a té interrumpió sus pensamientos y la voz de su hermano lo trajo de vuelta a la realidad.
- Aquí tienes tu chocolate como prometí.- Chris le dedico una sonrisa paciente y sincera a su hermano, quién se la devolvió mientras agarraba la taza.
Sobre la mesa se encontraba un vaso de té.
- ¿Té de regaliz?- Preguntó William con tono burlesco
- ¿Qué? me gusta su sabor vale, señor "solo tomo chocolate".- Ambos se rieron.- Oh, veo que te ha gustado ese libro.- Dijo señalando a el libro que William había estado leyendo antes.
- Si, aunque he de admitir que es un poco raro.- Dijo entre risas
- Era el favorito de papá. Lo "tomé prestado" para dártelo a escondidas ese día...
Chris siguió hablando pero los oídos de William parecían no poder escucharlo a partir de esa frase, en lo único que podía pensar era en todo lo que se había perdido durante esos tres años. Si Chris y él no hubieran saido en ese momento, quizá, solo quizá, todo podría haber sido mejor. Papá podría haber ido a terapia para alcohólicos, mamá podría parar de gritar si eso pasaba y su hermano seguiría a su lado.
Y entonces se dio cuenta, lo que había estado sintiendo todo este tiempo era soledad, solo necesitaba a alguien más que estuviera a su lado, alguien que lo apoyara. Las palabras se le atascaron en la garganta y sus ojos empezaron a relucir con lágrimas.
- O-oye Chris.- Mencionó el nombre del chico en forma de pregunta.
-¿Si?
- ¿Volverás a casa?- Se hizo el silencio en la habitación, parecía que el tiempo se había detenido. Chris se dirigió a la cocina con el vaso de té ya vacío.
- ¿Podrías preguntarme de nuevo, no te he escuchado bien?- Mintió
- ¿Volverás a casa con mamá y conmigo verdad?- El tono con el que pregunto esta vez, parecía afirmar la pregunta más que preguntarla.
- Veras, Willy, han pasado 3 años desde aquello, y...- Tragó saliva a duras penas.- Tengo una tumba en el cementerio, mamá ya lo habrá aceptado más que seguro y papá ya no está, seguro que solo sería una molestia
- Por supuesto que no serías una molestia, yo...- William se quedó pensando una excusa para convencer a su hermano.- Necesito a alguien que me inspire para escribir, si regresas seguro que podré volver a hacerlo.
Chris le dedico una sonrisa llena de tristeza a Will, pero este no se dio cuenta, estaba demasiado ocupado dando razones de por las que debería volver a casa. Chris se acercó a donde estaba William y se sentó a su lado.
- Will-. Fue interrumpido antes de que pudiera seguir con su oración
- No, Chris, escúchame por favor.- Dijo con voz rota.- Desde que papá se fue, mamá trabaja todo el día, no la veo apenas, por lo que siempre estoy solo en casa.
- Yo-. Fue interrumpido otra vez
- Y cuando voy al instituto no hay nadie con quien pueda hablar, no tengo amigos y los profesores solo hablan conmigo para darme malas noticias. Desde que te fuiste, no tengo a nadie más, estoy solo, ya no me llena la lectura ni la escritura ni la música y, no creo que pueda aguantar así mucho más.- William rompió en llanto de nuevo dejando salir todos los sentimientos que había guardado durante 3 años.
Chris sintió como todo lo que su hermano tenía se caía a pedazos, un sentimiento que lo dejo destrozado a él también, había llegado la hora de despedirse. Chris le dio un abrazo a William, y este volvió a enterrar la cabeza en su suéter a rayas, ¿Quién sabe si esa podría ser la última que olía su aroma a regaliz?
En aquel silencio húmedo por las lágrimas de ambos un hilo de voz proveniente de Chris devolvió a Will a la realidad
- Lo siento.
Y con esas palabras el mundo que se había vuelto a llenar de color y luz volvió a ser uno cubierto por un nubarrón gris que desataba su ira en forma de gotas de lluvia.
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Mi Última Sinfonía (Antiguo borrador)
General FictionMi ultima sinfonía, mi gran despedida, mi amada inacabada. Es lo único que logró recordar haber escrito. La tinta se escapó entre las páginas de aquel cuaderno y las palabras se fueron volando como pájaros junto a mi imaginación. Perdí las esperanz...