cap 7

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Los pasos molestos de William se escuchaban en la calle casi pareciera que llevara tacones puestos del ruido que hacía. Después de descubrir que ese reloj tenía su fecha de cumpleaños y sus iniciales tenía más claro que nunca que alguien le estaba gastando una broma y sabía exactamente quién podría haber sido.

Pronto llegó al instituto y subió las escaleras pero esta vez no se detuvo como lo hizo el día anterior y el anterior a ese, sino que entró directamente a una de las aulas. Sabía que quien buscaba siempre entraba a clase antes de que sonara el timbre. Abrió la puerta con mal humor y se acercó a la única mesa ocupada en toda la sala.

- ¿Qué se supone que es esto Mónica?- Dijo William dando un golpe sobre la mesa dejando el reloj frente a la chica.
- Vaya pero mira quién es, nuestro querido amigo Willy, aplaudid chicos el idiota ha vuelto.- Le ordenó a su séquito de amigos.
- Déjate de tonterías Mónica, ¿De dónde ha salido esto?
- Tu me dirás, eres quien lo ha traído frente a mis ojos.- Dijo de forma orgullosa mientras se giraba a su grupo de amigos y se reía de él.- Por lo visto sólo es un trozo de chatarra.
- Sabes a lo que me refier-.Dijo subiendo el tono de voz cuando se dio cuenta bajo el tono y siguió con la oración.- Alguien me dejó este reloj en mitad de la calle ayer, y durante toda la noche alguien se ha estado riendo de mí.

La chica se puso de pie llegando a la altura de los ojos del chico, su largo pelo castaño claro caía por su espalda de forma ordenada y sus ojos prácticamente negros miraban desafiantes al chico. Procedió a separar los labios diciendo lentamente la siguiente frase.

- No tengo nada que ver con ello, rarito.- La frase se hizo eterna como si hubiera tardado una hora en pronunciar cada palabra.- Ahora apártate de mí vista, ya no tengo nada que ver contigo.- Dijo y después le dio un empujón y tiró el reloj al suelo.

William sintió el frío suelo de cemento contra su cuerpo, empezaba bien el día. Sin más ganas de discutir, cogió el reloj de bolsillo por la cadena y salió de la clase diciendo para sí mismo "esto no termina así"

Caminó por el pasillo de nuevo, todavía no habían empezado las clases y ya estaba molesto, sabía que tenía que haber sido alguien era demasiada casualidad todo; un reloj de bolsillo con su fecha de cumpleaños, sus iniciales marcadas en él y como olvidar todo lo que paso ayer, era imposible que todo fuera una casualidad, alguien le estaba gastando una broma muy pesada.

Volvió a entrar en clase, esta vez la suya y se sentó en su sitio dejando la cartera en el suelo antes de sentarse. Se tumbó sobre la mesa de brazos cruzados y se quedó mirando el reloj hipnotizado por el movimiento que hacía, era el mismo que el de anoche retrocedía y avanzaba constantemente como si de un juguete sin pilas se tratase, intentando reproducir un sonido pero logrando solo producir el principio en bucle.

Empezó a pestañear lentamente hasta que sus ojos se cerraron casi por completo pero en el último momento la voz de alguien le despertó.

- ¿William estás bien?- Preguntó el profesor de música quien acababa de entrar en la sala.
- ¿Qué? Oh sí, no se preocupe.- dijo cansado.
- Te he dicho miles de veces que no me trates de usted, soy amigo de tu familia puedes llamarme Isaac.
- De acuerdo.
- ¿Qué hacías durmiendo en clase?- Preguntó el maestro y justo cuando iba a responder el chico fue interrumpido otra vez.- ¿No habrás pasado toda la noche aquí?- Preguntó con todo alarmado.
- No, no.- William se rascó las sienes pensando que decirle, después de todo llevaba conociendo a Isaac desde que tenía memoria, mentirle no sería la mejor opción.- La verdad es que no he dormido bien esta noche, creo que he tenido una pesadilla en la que algo me perseguía.
- Las pesadillas son normales, hasta yo un hombre en sus cincuentas las tengo.- Recuperó su tono humorístico el hombre.- Siempre que tengas pesadillas puedes recurrir.- Cortó la frase por un momento y a la hora de hablar otra vez su voz no fue la misma.- Al té de regaliz.
- ¿D-disculpa que has dicho?- Dijo con voz atragantada.
- He dicho que siempre que tengas pesadillas puedes recurrir a leer algún poema, a mí me ayudan mucho.- Dijo con su voz de vuelta y un tono feliz.

Mi Última Sinfonía (Antiguo borrador)Where stories live. Discover now