La biblioteca en un sábado a las nueve de la mañana. ¿Quieren saber cómo es? Silenciosa y prácticamente vacía. Eso significa que puedo finalizar mis tareas más rápido para empezar a leer algún libro que luego llevo a mi casa, donde no leo nada por la falta de tranquilidad.
Tomo asiento en una de las sillas de la mesa principal que, obviamente, está vacía. Abro el libro que me había costado más de quince minutos encontrar: "Arte, estética freak y medios de comunicación", suena complejo ¿eh? Es necesario para uno de mis últimos trabajos de la facultad. Ya solo me faltan dos materias para recibirme de periodista y estos cinco años parecen no terminarse más. Igualmente, esta es una materia electiva, Historia del Arte y su Relación con los Medios Masivos de Comunicación, y la verdad es que fue de mis materias preferidas de la carrera. Es muy interesante ver como todo se relaciona de alguna manera, pero un trabajo en el que hay abarcar trece puntos pierde un poco la gracia.
-Por fin -suspiro aliviada de terminar el trabajo mientras estiro mis brazos por encima de mi cabeza. Analizo el reloj de mi muñeca que marca las once y veintisiete de la mañana; poco más de dos horas, nada mal para un trabajo de este estilo. Ahora puedo levantarme de mi silla y proceder a estirar las piernas para enfilar hacia la zona de libros clásicos. Mi objetivo es "Orgullo y Prejuicio" libro que obviamente ya leí, pero había sido hace mínimo tres años y me parece que ya es momento de darle una buena releída.
Mi mano rosa el lomo de cada uno de los libros de la sección, mientras que mis ojos se enfocan en los diseños y títulos de los mismos, por si alguno llega a llamar mi atención. "Cumbres Borrascosas" lo hace, no tengo idea de que trata, pero lo había escuchado nombrar tantas veces que me siento en obligación de leerlo. Lo saco de la estantería y lo sostengo pegado a mi pecho con el brazo izquierdo, mientras el derecho continúa la búsqueda. Otro par de libros llamó mi atención, en especial "Emma" y "Frankenstein", pero me negué a tomarlos porque sabía que no me iba a dar el tiempo para leerlos. También cautivó mi atención el agujero donde se suponía que debía estar uno de los ejemplares más viejos de"La Odisea". Si bien no es de mis libros favoritos le tengo mucho cariño, porque cuando era chica mi papá me había traído a esta misma biblioteca a alquilarlo.
-Ahí estás -le digo a "Orgullo y Prejuicio" sonriendo y repito la misma acción que con "Cumbres Borrascosas" para volver a mi mesa.
Me siento en la misma silla de antes notando la presencia de otra persona es la mesa. Me extraña, siempre somos los siete mimos chicos en la biblioteca a esa hora de la mañana, si es que alguno no se había aburrido e ido a prepararse para un almuerzo con amigos, además todos preferimos tener una mesa para nosotros solos. Ese chico es nuevo y, para colmo, en sus manos sostiene el ejemplar de "La Odisea" que había notado faltante pocos minutos antes. Extrañamente me parece conocido, no se en qué o porqué, pero algo me resulta familiar en él.
"¿Está casado o soltero?" ahí me quedo, mi cabeza ya no puede concentrarse en la lectura, me es imposible con ese enigma sentado frente a mí. ¿Quién es ese chico? Respiro hondo e intento volver a la lectura, pero no hay caso. Por lo tanto, me quedo mirando hacia el chico de pelo negro, dispuesta a resolver el acertijo. Lo observo mover sus ojos velozmente por las páginas, son ojos marrones claros, casi color miel. Me alegra ver una sonrisa de diversión en su rostro, no sé qué la causó, pero sé que genera hoyuelos en sus mejillas apenas rosadas.
Luego cambia de página y mi cabeza explota. Pasa su dedo por la lengua para pasar a la siguiente hoja y con el dedo índice busca el comienzo de la primera frase en la página. Nadie más hace eso, solo él, todo encaja. "Orgullo y Prejuicio" cae en la mesa haciendo un ruido bastante fuerte, a lo que Mildred responde con una fulminante mirada que puedo sentir en mi cuello. Sus ojos miel conectan con mis sosos ojos marrón oscuro.
-¿Fede? -alcanzo a preguntar antes de que las lágrimas empiecen a salir por mis ojos. Él da la vuelta a la mesa para luego envolverme en sus brazos. -Pensé que nunca te iba a volver a ver -logro decir entre sollozos.
-Yo pensé lo mismo, pero acá estoy. Emi -dice haciéndome mirarlo a los ojos. -Volví y volví para quedarme.
-¿De verdad?
-De verdad, lo prometo -afirma él dándome un beso en la frente.
Sus ojos me dicen que no miente y eso ya es suficiente para mí.
-Te teñiste -sonrío divertida. -El negro te queda mejor.
Sus ojos miel preguntan y los míos marrones responden dando luz verde para que me alce en el aire y me bese como no lo había hecho en tanto tiempo.
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Relatos de Otoño
RandomRelatos cortos que escribí en otoño y que no tienen ninguna relación entre sí.