Epilogue

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—No estoy muy seguro... —hice un mohín, sintiendo como el corazón me latía nervioso bajo mi pecho. Él me sonrió y se acercó para darme un corto beso queriendo tranquilizarme.

—¿Qué piensas que va a pasar?

—No sé, Jae.—musité,viendo cómo se podía vislumbrar la cúspide del edificio del aeropuerto tras la ventanilla trasera del taxi—Sé que ha pasado un año, pero te recuerdo que la última vez que hablamos, él me dio una abofetada.—fruncí el ceño en una expresión de congoja al recordarlo. Jae rió y el soplo de su risa me acarició el cuello, luego sus labios se posaron en el dulcemente, haciéndome erizar la piel.

—Tú mejor que nadie conoces a WooSung; él no puede guardar rencor durante tanto tiempo.—me dijo, ahora mirándome—Además, ahora ya está bien, ya está con JaeHyeong.—me sonrió—El tiempo cura las heridas, ¿recuerdas?

—No todas, Jae.—contradije, ahora realmente nervioso, ya que el taxi aparcaba justo frente al aeropuerto. Bajé y luego Jae detrás de mí.




[...]




Cuando llegamos me quedé parado hasta que Jae se colocó a mi lado y pasó una mano por mi cintura. Su tacto me hizo sentir un poco mejor.

—Vamos.—me dijo, empujándome amablemente. Caminé a su lado, mientras la gente iba de un lado a otro con maletas y boletos en la mano.

—¿Por qué estás tan tranquilo? ¿Acaso sus últimas palabras para ti fueron "Está bien Jae, no hay problema con que te hayas enamorado de mi mejor amigo, vete en paz"?—farfullé y pensé que se iba a reír, pero en vez de eso, su rostro se volvió un poco tenso.

—No. Ya sabes que no me despedí, pero... mira, si quisieron venir a visitarnos yo creo que ya no hay rencores.—se encogió de hombros—Tranquilo, ¿sí?—me dio un casto beso en el cuello mientras seguíamos caminando para sentarnos a esperar que el vuelo llegara.

Pasaron los minutos y finalmente los vimos salir por la puerta por donde emergían los demás pasajeros provenientes del vuelo de Italia y reconocí el castaño cabello de WooSung, su mirada iba baja, indiferente, lo seguía conociendo.

—Jae... —murmuré temeroso, a nada de decirle que nos echáramos a correr.

—¡Ya los vi!—pero me interrumpió y tomándome fuertemente de la mano, me hizo correr hacia ellos—¡JaeHyeong!—gritó y levantó su mano derecha para que lo viera. Fijé mi vista en WooSung y nada más que en él; no es que no extrañara la expresión de WooSung y si no era tan mala idea echarme a correr. Al momento de oír la voz de Jae, levantó la vista sus ojos al verlo, lucían distintos, era la clase de mirada que das a un viejo amigo que aprecias sinceramente. Luego me miró a mí y aunque me congelé repentinamente tenso, él esbozó una tenue sonrisa apenas visible y volvió a bajar la mirada, haciéndome sentir confundido y atontado.

—¡Jae, WonPil!—la voz de JaeHyeong me hizo mirarlo, no lucía tan distinto, de hecho ninguno de los dos había cambiado.

—Hermano.—Jae abrazó a JaeHyeong en un cariñoso fraternal cuando estuvimos por fin cerca los cuatro y yo volví a mirar a WooSung, cauteloso aún.

—Hola.—me dijo él con una tenue sonrisita dibujada en su rostro.

—Hola, WooSung.—respondí tímido, era raro intercambiar palabras con él después de un año y siendo las últimas un sin fin de maldiciones.

Miró a Jae y le sonrió, no como lo hacía antes, pero sí se notaba sincero.

—WooSung.—dijo él y se inclinó para abrazarlo. Un abrazo rápido e incómodo para WooSung, según pude notarlo en su rostro—¿Vamos a algún restaurante? Yo invito, como bienvenida. ¿Qué dicen?—ofreció Jae.

𝐌𝐚𝐧𝐮𝐚𝐥 𝐃𝐞 𝐋𝐨 𝐏𝐫𝐨𝐡𝐢𝐛𝐢𝐝𝐨 - 𝐉𝐚𝐞𝐏𝐢𝐥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora