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La tarde había llegado y el sol se había ocultado ya en algún punto del cielo cuando volvíamos al departamento. Había sido increíble haber pasado todo un día con Jae cuando no estaba en mis planes. Me sentía mal a veces por haber utilizado a YoungHyun en varias ocasiones para sacarle ese rostro adusto y ese ceño fruncido a Jae. Pero más allá de la remota culpa, me sentía bien.

—¡Ah! Fue un día excelente el de hoy.—dijo YoungHyun, riendo complacido.

—Lo fue.—concordeé—Gracias, YoungHyun.

Besé su mejilla ligeramente coloreada por una pincelada rosa y crucé los dedos porque el ceño fruncido de Jae apareciera de nuevo en su bello rostro. Lo miré de reojo cuando me alejé de YoungHyun y lo vi con las manos en los bolsillos y la mirada baja, como si quisiera evitar ver. La fierecilla se decepcionó.

—Hasta luego, Hyun.—le dije.

—Hasta luego.—rió, tímido, luego dio media vuelta y se introdujo al departamento de su tía. Miré a Jae, quien esbozaba una linda sonrisa. ¿No le había afectado en nada mi patético intento de ponerlo celoso?

—Que grosero es YoungHyun, no se despidió de mí.—dijo, pero mantiene aún esa sonrisa.

—Es un poco despistado, no te lo tomes a mal.—sonreí. Abrí la puerta y él me siguió.

—Son las seis y treinta de la tarde, ¿qué quieres hacer?—me preguntó.

—Estuve caminando casi todo el dia por la plaza, no creo que me queden ánimos para hacer algo más.—dije, aventandomé al sofá y dejando la rosa sobre la mesa de centro.

—¿Quieres jugar cartas?—sugirió, sentandose a mi lado.

—No, siempre me ganas.—Hice un mohín y él rió por lo bajo.

—Bueno, qué tal... ¿Ver una película?

—Ya vi todas las que WooSung tiene y me da pereza ir a rentar una. Lo siento.

—Está bien, ¿porque no jugamos a las diez preguntas?—insistió

—Bueno, creo que eso puedo hacerlo sentado aquí.—reí y crucé las piernas sobre el sillón, acomodándome para quedar cara a cara con Jae.

—Está bien, comienza tú.—dijo.

—Me dijiste que te gustaba la música, ¿alguna vez has escrito alguna canción?

—Si, tengo algunas letras, pero no son tan buenas.—sonrió y bajó la cabeza.

—Estoy seguro que son geniales.—animé.

—Siguiente pregunta.—rió.

—¿Algún día me enseñaran una?

Me miró y rió de nuevo por mi insistencia.

—Está bien, algún día.—prometió.

—Bien, veamos... —pensé—¿Tu punto más cosquilloso?

—Umh... el cuello —dijo, como quien no quiere la cosa.

—¿Qué hay de tu futuro?—pregunté, meramente curioso. Se encogió de hombros, elegante.

—Solo estoy seguro de una cosa. No seré administrador como JaeHyeong.—rió—A lo mejor, tal vez, compositor.

—¿Compositor? ¡Dios, eso sería genial!

—Gracias.

—¿De qué hablan las canciones que escribes?

—De la vida, de mí, del amor... —se encogió de hombros de nuevo. La fierecilla se removió y me animó a preguntar.

𝐌𝐚𝐧𝐮𝐚𝐥 𝐃𝐞 𝐋𝐨 𝐏𝐫𝐨𝐡𝐢𝐛𝐢𝐝𝐨 - 𝐉𝐚𝐞𝐏𝐢𝐥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora