Epílogo

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Dos años después.

-¿Quién es?- Preguntó Emma que estaba dando clase.

-Profesora Swan. La llaman de su casa, parece que su esposa necesita que vaya urgentemente.- Dijo el joven ayudante de la rubia.

-¡Oh, mierda!- Gritó provocando las carcajadas de todos sus alumnos.- Preparad un trabajo sobre un autor renacentista para la semana que viene, ahora tengo que irme.- Gritó saliendo corriendo detrás de su ayudante.

-¿Qué sucede?- Preguntó él que no había recibido ninguna explicación por ninguna de las dos partes.

-Creo que mi mujer se ha puesto de parto.- Espetó ella.- Hazte cargo de las demás clases que me quedan hoy.- Gritó y salió de la universidad en dirección hacía su coche.

Emma iba a toda velocidad hacía su casa cuando su móvil sonó en su bolsillo. Con muchos esfuerzos consiguió sacarlo de allí y lo cogió dándose cuenta de que era su madre.

-¿Qué pasa, mama?- Preguntó ella nerviosa.

-Soy James, Mary esta de los nervios y casi ni puede hablar. Estamos llevando a Regina al hospital central. Nos vemos allí.- Dijo él.

-Está bien, gracias.- Contestó Emma.

-Espero que no estés conduciendo y hablando por el móvil, Swan.- Se escuchó a la morena gritar por detrás de James.

Emma soltó una carcajada y colgó para dirigirse directamente hacía el hospital donde se encontraría la morena. Nada más llegar miró la hora y se dio cuenta de que David saldría del colegio en unas horas, cogió su móvil mientras corría por los pasillos y llamó a Neal.

-Neal, ¿puedes recoger a David?- Preguntó ella con la respiración entrecortada.

-Claro... ¿Ha pasado algo?- Preguntó él alterando al notar el nerviosismos de la rubia.

-Regina se ha puesto de parto.- Contestó ella llegando a la recepción.

-No te preocupes, yo me encargo. Felicidades, mama.- Espetó él contento.

-Muchas gracias, te llamo cuando haya nacido para que traigas a David a conocer a su hermano.- Soltó ella.

-Perfecto.- Contestó él.

La relación entre ellos había mejorado mucho con los años, ahora eran amigos que compartían un hijo. Por suerte, David había aceptado perfectamente la nueva relación con su padre aunque sin querer separarse de sus madres. Eran como él decía una familia peculiar. Con Neal pasaba los fines de semana y algunos días en navidad además de llevarlo algunas mañanas al colegio, quería formar parte de la vida de su hijo por lo que se había acercado mucho a Emma y Regina para que le permitiesen convivir con él siempre sabiendo que no tenía derecho a pedir más, sobre todo por todo el sufrimiento que le había causado a la rubia en el pasado.

-Busco a Regina Mills.- Dijo entonces la rubia.

-¿Quién es usted?- Preguntó la enfermera.

-Su mujer.- Soltó ella como si fuese lo más obvio del mundo.

-Habitación 404.- Contestó entonces la mujer.

Emma sólo asintió y volvió a salir corriendo en dirección a los ascensores, al ver que no llegaba ninguno comenzó a subir corriendo las escaleras casi tropezando tres veces. Una vez en la puerta de la habitación tomó una bocanada de aire y se limpió un poco el sudor, no quería que Regina se preocupase por verla de esa manera. Tocó y entró unos segundos después encontrándose a su madre cogiendo la mano de Regina que estaba sudada y bastante nerviosa.

Por amor al arteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora