Capítulo 26

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-Hola.- Dijo Emma llegando al despacho ya vestida y peinada.

-Mama, mira.- Dijo entonces David levantándose de la silla donde se había sentado.

-A ver...- La rubia se acercó a donde él estaba y pudo ver como Regina escondía un papel debajo de unos libros.- Que bonito.- Dijo mirando contenta a su hijo.

-Gina me ha enseñado.- Aseguró él sin darse cuenta del apelativo cariñoso que había usado.

-¿Gina?- Preguntó entonces Emma sorprendida por el apelativo.

-¿Te enfadas?- Preguntó el niño mirando a Regina que había dejado escapar una lágrima por su mejilla.

-Claro que no.- Contestó ella para relajar al niño.

-David puedes subir y traerte tus juguetes.- Dijo Emma que quería distraer al niño y quedarse sola con la morena. - ¿Estás bien?- Preguntó cogiendo a Regina de las manos para dirigirla hacía el sofá que había en la esquina para poder sentarse a su lado.

-Estoy bien, es solo que hacía muchos años que no escuchaba ese diminutivo.- Confesó la morena intentando relajar a la rubia también.

-Si te molesta le puedo decir que no lo diga más...

-No, claro que no. Es solo que me ha pillado de sorpresa pero me alegra que tenga esa confianza conmigo.- Aseguró Regina mostrando una ligera sonrisa en su cara.

-¿Estás segura?- Preguntó temerosa la rubia.

-Claro que sí, David ha dicho eso sin pensarlo y porque lo sentía eso hace que me alegre.- Habló Regina con toda la sinceridad del mundo.

-Me tranquiliza saberlo, no quiero que te sientas mal por eso.- Dijo Emma acercándose un poco más a la morena.

-Puedes estar tranquila, no hay ningún problema.- Aseguró Regina besando los labios de la rubia cariñosamente tirando del labio inferior de la rubia al separarse.- Tengo que abrir, seguro que son las pizzas.- Dijo al escuchar el timbre sonar.

-Yo voy.- Aseguró Emma levantándose rápidamente y corriendo hacia la puerta.

Emma llegó para encontrarse con un joven con dos pizzas en sus manos y una gran sonrisa curiosa en la cara. Emma sacó el dinero de su cartera y pago las tres pizzas además de darle una buena propina al muchacho que seguía totalmente cautivado por la gran mansión que tenía delante.

-¡Las pizzas!- Gritó Emma dirigiéndose a la cocina donde ya estaba Regina preparando la mesa con las bebidas y unos platos.

-Huelen muy bien.- Dijo Regina sentándose en uno de los taburetes.

-Tienen que estar buenísimas.- Aseguró Emma dejándolas sobre la mesa para después colocarse al lado de la morena y abrazarla.

Regina abrió sus piernas para permitir que Emma se colocase entre ellas y estuviese aún más cerca. Las manos de Emma se colocaron alrededor de su cuello mientras que las de Regina se colocaron en las caderas de la rubia que sonreía sin poder evitarlo.

-Me encanta todo esto.- Murmuró Emma pegando sus labios a los de la morena.

-A mi también, se siente tan habitual, tan cotidiano.- Añadió Regina acariciando la nariz de Emma con la suya.

-¡Pizza!- Gritó David entrando en la cocina como un huracán a punto de destruir una ciudad.

-Tranquilo, chico.- Dijo entonces Emma ayudándolo a sentarse al otro lado de la encimera.

Regina abrió las cajas y sirvió el trozo que el niño quiso para después escoger ella y después Emma, hacía años que no comía pizza y mucho menos para cenar pero le agradaba enormemente la felicidad que desprendían ambos.

Por amor al arteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora