Capítulo 27

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-Adoro a mi suegra.- Espetó Emma para relajar la tensión que se había instaurado entre ambas.

-Ella no es tu suegra.- Dijo entonces Regina poniéndose seria.

-Es una broma, Gina.- Aseguró la rubia cogiendo el mentón de la morena y dejando un suave beso en sus labios.- si me ha llamado vulgar por estar a tu lado no sé qué pensará al verme besarte y devorarte con la mirada.- Soltó haciendo que ahora Regina sí sonriese.

-¿Sólo con la mirada?- Espetó entonces la morena mirándola notando como el cuerpo de la rubia se tensaba con esas palabras.- Lo siento. No quería presionarte.- Dijo Regina intentando relajar a la rubia pero sin demasiado éxito.

-No sé qué demonios me pasa, Gina.- Dijo entonces Emma levantándose para dirigirse a la ventana y quedarse mirando hacía el enorme jardín que allí había.

-Tranquila, Emma. Sólo bromeaba.- Aseguró Regina llegando a su lado para pasar sus manos por las caderas de la rubia.

-Me supera.- Dijo entonces Emma que se sentía cada vez más vulnerable.

-Yo estoy aquí.- Aseguró la morena apretando el abrazo.- No tengo prisa, lo haremos a tu ritmo. Entiendo que esto pueda ser difícil.

-Te deseo.- Aseguró entonces la rubia que se giró en los brazos de la morena para mirarla.

-Yo también, desde el primer día.- Aseguró entonces Regina que recordaba el primer día que la había visto.

-¿En serio?- Preguntó entonces Emma sin saber que decir.

-Si.- Aseguró de nuevo la morena.- ¿Por qué crees que intente mantenerte lejos?- Preguntó entonces Regina como si fuese obvio.- No podía dejar de mirarte.

-Interesante.- Dijo entonces Emma besando dulcemente los labios de la morena.- Ahora puedes mirarme lo que quieras.- Añadió la rubia que intentaba dejar a un lado sus miedos aunque sin demasiado éxito.

-Así lo hago pero pronto no sólo podré mirarte.- Dijo Regina acariciando los brazos de la rubia que seguía con sus miedos.- Tenemos tiempo, todo el tiempo del mundo.- Aseguró Regina intentando que la rubia se relajase en sus brazos.- No voy a presionarte, y si lo hago quiero que me lo digas, ¿Vale?- Preguntó entonces Regina viendo como la rubia asentía.

-Es que no entiendo nada.- Dijo Emma.- Deseo estar contigo, tocarte, besarte...- Explicó bajando un poco la voz.- pero cuando estoy a punto de dejarlo todo de lado me vuelve ese miedo irrefrenable a no sé qué.- Soltó alejándose un poco de Regina para que no viese su frustración.

-¡Ven aquí!- Dijo Regina entonces sentándose en el sofá.

Emma se acercó a ella y acabo sentada en sus piernas. Regina la miraba fijamente a los ojos mientas que la rubia se acomodaba sobre las piernas de la morena. Ambas se quedaron entonces unos segundos contemplándose a los ojos, eran capaces de hablar sin palabras.

-Emma Swan, tú lo has dicho muchas veces. No eres una más de mis alumnas, una adolescente, eres una mujer echa a ti misma. Es normal que tengas miedos, yo también los tengo, demasiados incluso.- Dijo Regina acariciando los muslos de la rubia que seguía sin decir nada.- Yo sé que esto es muy reciente, y que te lo puse difícil pero no puedo evitar pensar que hace mucho tiempo que espero algo así, a alguien que me saque de este infierno.- Aseguró bajando un poco la voz.- Creo que tú hijo y tú sois la clave, la chispa que necesitaba para poder explotar y dejar salir todo lo que llevo dentro.

-Regina...- Murmuró Emma que no sabía que más decir.

-No digas nada, sólo vive esto conmigo. Lo que dure.- Añadió para quitarle presión a toda su declaración.- Voy a enseñarte algo.

Por amor al arteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora