Capítulo 18

1.9K 179 28
                                    

Regina y David cenaron tranquilamente entre risas y conversaciones sobre el colegio del niño y el trabajo de la morena. Los dos estaba muy cansados por lo que después de tomar una porción de tarta se fueron a la cama, David estaba inquieto por lo que Regina se acostó a su lado mientras le leía el cómic que habían comprado en el centro comercial.

David se había dormido y Regina decidió no dejarlo solo esa noche por lo que simplemente se acostó a su lado y se quedó ella también dormida.

A la mañana siguiente fue Marian la que la despertó, había dejado su despertador en su dormitorio y a pesar de que casi nunca lo necesitaba ese día se había quedado dormida. David estaba profundamente dormido apoyado sobre su barriga, se había destapado y se había girado completamente en la cama.

-Señora, hay una señorita esperándola.- Dijo Marian tocando a la puerta suavemente, pues ya había comprobado su dormitorio y seguía vacio.

-Ya bajo. – Contestó Regina con la voz adormilada.

Regina se desperezó un poco y tras ponerse una bata larga se fue a su dormitorio para cambiarse. En unos minutos había terminado y ya bajaba las escaleras totalmente arreglada.

-Buenos días, señorita Swan.- Dijo Regina llegando al salón.

-Hola.- Contestó Emma que tenía la misma cara que David el día anterior.

-¿Quiere algo de desayunar?- Preguntó Regina educadamente.

-No, gracias.- Contestó Emma rápidamente.

-David sigue dormido estoy segura que nos dará tiempo a tomar algo antes de que se despierte, es temprano.- Aseguró mirando el reloj que allí había.

-Está bien.

Regina se encaminó entonces hacía la cocina seguida de cerca por Emma que seguía contemplando todo a su alrededor. Nada más llegar se encontraron con la cocinera, quién lo tenía todo preparado.

-Gracias, puedes retirarte.- Dijo Regina sirviendo ella el café.

-Alucinante.- Soltó Emma.- Bonita casa.- Dijo después algo más calmada.

-Gracias. Siéntese.- Le indicó en taburete que había justo enfrente de ella.

-Gracias.- Contestó Emma sentándose tranquilamente.

-¿Cómo se encuentra su madre?- Preguntó Regina sirviéndose una tostada.

-Mucho mejor, por suerte esta tarde le darán el alta.- Aseguró Emma con una sonrisa.

-Me alegró mucho. David las ha echado de menos.- Soltó entonces Regina.

-No está acostumbrado a quedarse con nadie.- Aseguró Emma que también se servía.

-Es pequeño aunque él quiera pensar que no.- Soltó Regina.

-No sé como podré agradecerle todo lo que ha hecho por mi.- Dijo entonces Emma seriamente.

-No tiene que hacerlo, de verdad. Lo hago con mucho gusto.- Aseguró Regina bajando un poco la voz.- ¿Subimos a ver a su hijo?- Preguntó una vez que había terminado su tostada.

-Claro.- Emma dio el último bocado antes de levantarse para poder acompañarla.

Regina caminaba un metro por delante de Emma guiándola hacía la habitación de David. Antes de llegar se paró un segundo y Emma chocó con ella sin querer. Al girarse sus labios se quedaron a unos solos centímetros.

Emma bajo sus ojos hacía esa cicatriz que había sobre el labio inferior de la morena, labios que estaba deseando besar, devorar y morder pero se contuvo, no quería que la morena se molestase y retrocediesen después de todo lo que había avanzado con ella. Regina se sentía igual, habían pasado unos segundos mirándose intensamente, ella también deseaba esos labios, hacía tanto años que no besaba unos labios que realmente anhelaba. Labios con los que soñaba y que se habían convertido en su obsesión día y noche.

Por amor al arteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora