↳ ੈ‧₊ CAPÍTULO 6

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La culpa no paraba de comérselo vivo. Saber que no era capaz de hacer lo único que llevaba queriendo por un par de meses solo contribuía a dicha culpabilidad.

Analizaba en su cabeza la última interacción que compartieron, haciendo notas y notas conforme al tema para traerle alguna conclusión que lo dejase en paz, pero le parecía imposible llegar a aquel resultado. Ese chico de cabellos violetas era un misterio, uno que deseaba descubrir.

No deseaba sonar desesperado o insistente, así que simplemente dejó a Kokichi ir por un par de semanas. No intentó contactarlo, no volvió a visitarlo a su espacio de trabajo, no se involucró más en su vida. Y no hubiese dolido tanto si el petite no lo hubiese ignorado de la misma manera.

Esos días habían sido muy pesados para él, pensando en cómo podía ayudar a su amigo, creando en su cabeza ideas incorrectas de lo que el pelimorado seguramente pensaba de él. Debía tenerle asco desde la pequeña discusión de la otra noche.

Esta vez suponía que no era sus problemas sociales quienes estaban opinando en la situación. Por la forma en la que había hablado, casi podía confirmar que lo odiaba con cada parte de su frágil cuerpo.

Estaba tan concentrado en ello que incluso vio sus notas decaer levemente. Siendo un chico muy listo, atento y obediente, Saihara nunca se encontró en la situación de tener calificaciones menores que As perfectas, por lo que esto estaba apoyando a su estado emocional tan bajo.

Quería continuar con su vida, después de todo, las cosas estaban perfectamente bien antes de que volviese a encontrarse con Ouma meses atrás. Su vida social iba decente, no tenía nada que le distrajese de sus clases, y su amistad con Momota y Amami iba bien, pero las cosas habían cambiado desde entonces.

Ya casi no hablaba con nadie en sus clases en el instituto de criminología, a pesar de que había estado reconectando con amigos de su pasado bachillerato; Había estado perdido en cada una de sus materias gracias al enigma que rodeaba al joven de ojos lavanda, perdido en la constante curiosidad y el misterio de la desaparición de él en su juventud; Pero, sobre todo, no había podido ver a dos de sus mejores amigos de la actualidad de la misma manera. Kaito y Rantaro, ¿cómo nunca le habían hablado sobre ello? Estaban conscientes de que él extrañaba mucho a Kokichi desde que dejó el instituto abruptamente, entonces ¿Por qué no se dignaron a decirle que ellos lo veían a menudo?

La idea de ellos guardando un secreto tan grande como ese le hervía la sangre un poco, pues, aunque era alguien calmado que generalmente evitaba el conflicto, sentía que tenía el derecho a saber lo que su mejor amigo de la juventud hacía con su futuro, puesto que Shuichi deseaba ser parte de aquel futuro. Estaba siendo despojado de aquel derecho y eso le dolía más de lo necesario.

Akamatsu se veía preocupada, pronto Maki e incluso Miu, muchachas con quienes no mantenía una amistad tan sólida, habían venido a preguntar por él debido a lo decaído que se veía, pero terminó por sacudir el asunto como depresión de temporada, puesto que solía padecer de ella, aunque en ninguna otra ocasión lo hubiese admitido frente a otras personas.

Pero ya no quería sentirse así. No quería que Kokichi se sintiera así.

Solo ese pensamiento constante en su cabeza fue suficiente para levantarlo a sus pies un jueves por la madrugada, llevarlo a su coche en el estacionamiento del edificio de departamentos, conducirlo hasta aquel establecimiento de naturaleza obscena, y obligarlo a pagar una alta cuota para regresar a aquella sala pintada de intensos tonos rojos gracias a la iluminación.

Era drástico y absurdo creer que conversar resolvería todos sus problemas, pero por el momento, el muchacho de mechones azules creería que lo haría. No había nadie con el corazón tan podrido como para negarle esa esperanza.

↳ 💵₊˚. ··· Some Secrets Are Better Left Untold  »-Saiouma-«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora