↳ ੈ‧₊ CAPÍTULO 9

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Después de aquella cansada noche, Ouma se vio estrictamente obligado a vivir sus días en la oscuridad total, alejado de la sociedad por voluntad propia. No se permitía salir ni un solo momento del departamento en el que lo habían acogido, pues de hacerlo, quizá su jefe fuese a encontrarlo y a cazarlo.

No quería eso, era algo que tenía muy presente en las últimas semanas, desde que se mudó a su nueva residencia. No quería salir, no quería hacer mucho ruido, no quería siquiera que su silueta se distinguiese entre las cortinas del edificio de múltiples pisos.

Simplemente no quería regresar a todo lo que vivió antes, estaba desesperado por no caer de nuevo en todos los terribles vicios en los que se había sumergido durante su estadía en aquel cuarto subterráneo, incluso cuando no se lo expresaba verbalmente a nadie.

Solamente... no la había pasado bien. Aunque no se percató enserio cuanto detestaba vivir ahí hasta el día en el que el joven Saihara lo sacó de aquel hoyo del infierno que era su lugar de trabajo.

Conforme las semanas pasaban, Kokichi caía cada vez más en cuenta de las condiciones tan precarias en las cuales lo tenían. Habitar entre alcohol, drogas y dinero era definitivamente algo que no extrañaba, a pesar de que los primeros días al lado de la tierna pareja de compañeros de cuarto le dijese lo contrario.

Fue un total desastre aquel lapso de tiempo. Le daba pena incluso recordar todo lo que hizo.

Principalmente por lo complicado que se le hizo deshacerse de ciertas conductas que se le habían impuesto desde hace años. Gatear por el suelo en sus 4 extremidades, como un perro; pedir permiso hasta para levantar la cabeza, tomar alcohol casi todas las noches en lugar de consumir agua, dormir hecho un ovillo en la esquina de la cama, vestir de maneras extremadamente inapropiadas, entre muchas otras.

Tampoco se podía olvidar de lo exageradamente raras que se pusieron las cosas con Saihara en épocas en las que comenzó a hospedarse en su morada. No solo debido a la manera tan extravagante de agradecer y pedir perdón a las cuales estaba acostumbrado aquel petite, sino también porque ahora conocía un secreto de ese chico de cabellera azulada. Uno que no sabía si le agradaba.

Es decir, el estudiante de criminología no estaba obligado a vender su cuerpo, ¿cierto?

Entonces, ¿Por qué lo hacía?

A Ouma le traía cierto desagradable sabor de boca. A pesar de apreciar mucho la amistad de Shuichi, simplemente no podía evitar sentir esa pizca de envidia. Envidia a la vida tan cotidiana y dulce que vivía, incluso hasta el punto de no sentirse avergonzado de enseñarle su cuerpo a gente desconocida por las redes con el fin de conseguir bienes monetarios.

Deseaba tener esas cosas.

Pero no era algo que pudiese hacer aparente, ya que su gratitud hacia aquel joven era mucho más grande que esa pequeña mancha de celos muy dentro suyo. Pues, a pesar de que no expresaba mucho con respecto a sus sentimientos y opiniones de su prójimo, era capaz de formar ciertas expectativas dentro de su mente frágil.

En adición a todo lo anteriormente mencionado, las pesadillas que tenía por la noche eran concurrentes.

Eso era un asunto mucho más personal, menos interesante del cual hablar, en u opinión. Eran pesadillas, sueños malos, creaciones de su cabeza que no tenían otro propósito más que hacer que detestase la hora de dormir con una enorme pasión inigualable.

Pero no era difícil de comprender por qué no deseaba ser encontrado por su jefe de nuevo. Lo había moldeado para ser su pequeña muñeca de porcelana, y a ese punto estaba harto de ello y las consecuencias que eso había tenido.

↳ 💵₊˚. ··· Some Secrets Are Better Left Untold  »-Saiouma-«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora