[4] - Montañismo

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El fuego crispaba a sólo unos metros de la tienda de campaña, pero la combustión que desprendía luz, calor intenso y una poderosa llama también creaba un ambiente que intentaba apaciguar el incómodo silencio que se produjo entre aquellos adultos.

El hecho de que los tres rodearan aquel montón de madera y yesca seca sufriendo un constante proceso de oxidación no implicaba que sus mentes se encontraran en ese preciso suceso.

Keiko se encontraba tendida boca arriba sobre el césped, observando las estrellas que de no ser por aquel tranquilo lugar donde reposaba, sería imposible de disfrutar... El ajetreo de la ciudad no le permitiría gozar esos pequeños momentos, pues allí no había estrellas que observar si dirigía la mirada al cielo, y tampoco era como si mirar las estrellas fuera algo necesario de hacer cuando su prioridad estaba en poder regresar a casa con la seguridad de ver aquel caso completamente cerrado.

Eijirō por su parte estaba sentado con las piernas cruzadas a lo indio, mientras jugaba con un delgado tronco que alejaba y acercaba al fuego cada vez que éste comenzaba a arder o a apagarse, siendo plenamente consciente de lo que se avecinaba... porque Katsuki Bakugō tenía su mirada encendida y totalmente focalizada en aquella mujer que no había vuelto a mencionar palabra alguna luego del incidente en el mirador.

Estaba esperando el momento en que ella le regresara la mirada, pero ella también reconocía esa intención, y por eso sostenía la suya hacia arriba deseando haber prestado más atención a sus clases de astronomía y tener algún comentario respecto a las estrellas que desviara la atención de ella hacia el contexto que les envolvía.

Había sido una tarde agradable, y ella no quería estropearla con su actitud.

—Keiko.

Ella no respondió a su llamado y tampoco le dirigió la mirada. En cambio, sólo pudo cerrar los ojos e inhalar una gran cantidad de aire fresco mezclado con un poco de hollín, dejándose envolver por ese aroma a madera quemada que distaba abismalmente a aquel fuerte aroma a llanta quemada que creía que jamás podría quitarse de la memoria.

—¿Tu caso involucró a algún mocoso?

—Bakugō... —susurró su amigo para hacer que desistiera de aquella intervención.

—¿Qué tiene de malo preguntar?

El pelirrojo quedó en silencio, pues la realidad era que no había maldad en la pregunta del rubio, sino un genuino interés por entender aquella reacción que mezclaba ira y frustración, por lo que incluso él volteó la vista para dirigirla a su compañera.

Esos dos par de ojos sobre ella instaron a Keiko a ladear la cabeza para mirarles de reojo y aceptar que efectivamente era tiempo de soltar parte de lo que no la dejaba dormir tranquila por las noches.

Estaba bien... No tenía sentido ocultar algo como eso.

—Era mi hermano...

El fuego crispó con mayor fuerza producto de un vendaval que le otorgaría una increíble visual de aquellos hombres que habían quedado en pausa, incapaces de reaccionar o mover un músculo, lo que acrecentó incluso más el movimiento de sus cabellos producto de esa helada brisa que le provocó un pequeño dolor de pecho.

...Y pasados unos segundos, ella dejaría salir de sus labios una genuina risita que dio paso a la consternación en los rostros del resto.

—Deberían haber visto sus jodidas caras...

—¡No me jodas, Kei! —mencionó falsamente ofendido el pelirrojo, mientras le lanzaba el tronco que ella fácilmente atraparía con las manos.

—Tu cara fue la más graciosa, pelo tieso.

Bakugō reconocería ese insulto como una referencia muy propia y eso logró que incluso él mismo se sintiera menos tenso. Pero a pesar de que ella intentara aligerar los ánimos con esa reacción, él concluía que sus palabras eran reales.

Direct to you [Katsuki Bakugō X OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora