[11] - Enfrentamientos

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Mientras las frías ráfagas de viento azotaban la ciudad, en las afueras del departamento de policía local la temperatura iba en aumento... y es que el pelirrojo estaba siendo testigo de una discusión poco convencional.

Cualquiera que hubiese visto la escena completa -tal y como lo había hecho Eijirō Kirishima- podría haber declarado que lo que había hecho Keiko Satō fue precisamente salvarle el pellejo a su amigo.

Sin embargo, aun con eso, Katsuki Bakugō tenía un profundo corte en el brazo izquierdo, y, no obstante, realmente parecía que no iba a preocuparse de eso ahora... No cuando demostraba tener como prioridad enrostrarle a la mujer que su rostro estaba cubierto de sangre, no importaba si no fuera su sangre, sino la de un sujeto al que Keiko simplemente le destrozó el antebrazo con un único y certero disparo.

—¡TE DIJE QUE TE QUEDARAS ATRÁS! —gritó el héroe frunciendo el ceño en un nuevo nivel, y siendo el carmín en sus ojos sumamente intenso.

—¿Y tú crees que ir delante de los demás te hará vencer? ¡Tengo mi maldita arma de regreso, Katsuki! ¿Creíste que no la usaría si veía que te lanzabas irracionalmente hacia el peligro?

—¡TENÍA CONTROLADA LA SITUACIÓN!

—¡CLARO QUE SÍ, DYNAMIGHT! ¡ES COSA DE OBSERVAR TU JODIDO BRAZO!

—Hey, Keiko.

Ambos adultos voltearon furiosos, aunque sus actitudes no lograron intimidar del todo a un acostumbrado pelirrojo que lidiaba con esas constantes discusiones.

No obstante, Eijirō Kirishima concluía que en realidad esta situación era completamente nueva, pues podría enumerar cuatro diferencias entre una discusión común de lo que él observaba en ese preciso instante...

En primer lugar, habían sido pocas las situaciones en las que él realmente había temido por la vida de alguno de sus compañeros de agencia durante algún enfrentamiento, y Katsuki Bakugō era probablemente el sujeto que menos le había dado preocupaciones como esa.

En segundo lugar, estaba el hecho de que ninguno de los dos había visto a aquella mujer sostener un arma, ni mucho menos verla disparar hacia un objetivo.

Menos a una persona.

En tercer lugar, estaba el hecho de que ella había usado aquel arma precisamente para sacar de aquella riesgosa situación a un héroe que de manera un tanto irracional se había lanzado hacia un sujeto poseedor de una particularidad diametralmente opuesta a la de él, encontrándose en evidente desventaja...

Y es que... aunque el rubio no hubiese querido reconocerlo, Keiko probablemente le había salvado la vida por primera vez.

Pero para concluir, estaba el hecho de que esos dos sólo se enfrascaban en discusiones estando en un contexto cerrado, y aunque por lo general sólo alzaban la voz para tratarse mutuamente de inútiles, ahora se gritaban el uno al otro con furia -a vista y paciencia de todo el mundo- para juzgar las decisiones que había hecho el otro en pos de un bien común.

—Eijirō. Hazle entender que tiene que tratar ese corte. —fue lo último que mencionó la mujer para dar por concluida la discusión y entrar con indignación al departamento de policía, no sin antes dirigirle al rubio una mirada tan intensa como la de él, y esquivar una mano de aquel mismo sujeto que intentaba retenerla para que no se alejara.

El pelirrojo la siguió con su sola mirada, pensando que no la volvería a ver por unas cuantas horas más debido a que su osada acción le valdría quizá más de un regaño y un eterno interrogatorio para aclarar la situación que a todos los héroes que se encontraban en aquel suceso les tomó por sorpresa.

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