[12] - Pérdida

330 20 21
                                    

Él nunca quiso comparar su pérdida con la de ella.

Eso ella lo sabía...

Y su amigo también.

Era una tarde fría, siendo el sol un tímido astro que acompañaba unos últimos minutos a aquel par de hombres que reposaba en silencio en una pequeña terraza en la azotea del hospital.

Ya no tenía sentido seguir tomando café para mantenerse un par de horas adicionales despierto, aunque no podía desconocer el hecho de que el vaso de cartón que cargaba con una nueva dosis de bebida caliente le otorgaba una agradable temperatura a sus heladas palmas.

Desde su posición, sentado cerca de un borde del edificio, podía contemplar metros más abajo el ajetreado movimiento de la ciudad...

Esa ciudad que tanto se había esmerado por proteger.

No pudo evitar cuestionarse cuántas personas aparte de él se enfrentaron a aquella maravillosa vista que él podía visualizar, experimentando sentimientos tan similares y complejos a los suyos.

Un par de niños corría detrás de un gato, el cual simplemente se perdió en un callejón al que él no consiguió seguirle la pista, y desde aquel mismo lugar, una motocicleta aparecía siendo dirigida por un joven que cargaba con pizzas que él imaginaba estarían a punto de llegar a una celebración...

El joven se detuvo en el semáforo, mientras docenas de personas cruzaban una concurrida avenida para llegar pronto a sus hogares, a casa de algún familiar, o quizá a un turno de noche en sus trabajos.

Una fuerte brisa le provocó un estremecimiento, y el hombre despegó una de sus manos del tibio vaso para ajustarse la chaqueta y cubrirse del todo el cuello.

Incluso siendo invierno, era extraño verlo tan cubierto... y tan silencioso.

Eijirō Kirishima elevó la mirada al cielo que cargaba unas increíbles nubes anaranjadas y otras nubes casi tan rojizas como el color de su cabello... o tal vez era una exageración, pues su vista en realidad estaba siendo estropeada por su cabello que llevaba quizá cuántas horas sin arreglar.

Katsuki Bakugō lo conocía.

Quizá no era obvio para el resto de los extras, pero el rubio sabía que eran pocas las veces que se podía apreciar a su amigo con el cabello sin las exorbitantes capas de gel en su despuntado corte...

Eijirō se sentía débil.

En realidad, su peinado era casi un ritual de ánimo que lo ayudaba en sus mañanas y lo motivaba a enfrentar sus miedos con la caballerosidad y valentía digna de un verdadero hombre.

Nadie debía verbalizar lo que su mejor amigo ya sabía de él...

En aquel mismo momento, Eijirō se sentía patético.

Y la verdad es que él también se sintió constantemente de esa manera durante aquel año de mierda, pero no pudo evitar sentirse agradecido por el hecho de haber tenido la suerte más increíble del jodido mundo, pues a pesar de todo, él podía confiarse de la fortaleza de su mujer...

Su mujer cubría cada maldita falla que él pudiera cometer.

Katsuki Bakugō se sentía afortunado...

Y aún así se sentía como la mierda.

Fue por eso que ninguno de los dos sujetos se atrevería a dirigirle una mirada directa a Keiko Satō, quien asomándose por la azotea del hospital, sólo se detuvo en el último escalón al comprender que ese no era su momento de intervenir.

La mujer mantuvo la distancia un par de instantes, observando cómo una ligera brisa mecía los cabellos de aquellos dos simples hombres que poco y nada habían descansado en las últimas horas.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 15 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Direct to you [Katsuki Bakugō X OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora