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_¡Touya! ¡ya suelta la sábana!

_¡Que no, fuera de mi habitación!

La situación era la siguiente, era día de lavar ropa y obviamente también tenían que cambiar las sábanas y demás, pero Touya se negaba a dejar ir sus sábanas luego de que se dio cuenta que tenían el olor de Keigo en ellas.

_¡¿Por qué insistes?! ¡La tengo que lavar! –seguía gritando el pelirrojo mayor, intentando tirar de la dichosa sábana, pero su amado hijo se negaba, estaba prendido de esta como un gato.

_¡Huele a Keigo!

_¡Con mayor razón la tengo que lavar!

Su discusión seguiría quién sabe por cuánto tiempo más, ya llevaban media hora en eso, ¿por qué su hijo se aferraba tanto? Ya se comenzaba a cansar y tenía cosas que hacer también. Si bien ya no trabajaba en la policía, había desarrollado un pasatiempo nuevo, que era la pintura, incluso había instalado todo un estudio de Arte en una de las habitaciones sin uso que tenía en su casa, la pintura le ayudaba a desahogarse de lo que le estuviera atormentando y también le relajaba, era terapéutico, por eso estaba la mayor parte del tiempo metido ahí.

_Mira, si es por... el olor, puedes decirse que se revuelque en tu cama la próxima vez que venga y ya.

_¡No quiero!

_¡La voy a lavar quieras o no! Touya, joder, ya pasó una semana, tu sábana está podrida. –y entonces de un tirón le logró quitar la sábana y la puso encima de la otra ropa que llevaba en su brazo- y pon sábanas limpias, están en tu ropero. –dicho esto salió de la habitación de su hijo para ir al cuarto de lavado.

_¡Mamá me dejaría conservarla! –lo oyó decir pero solo rodó los ojos.

Separó la ropa sucia de las ropas de cama, y luego separó las ropas blancas de las ropas de color, lavaría por separado, las de color en la lavadora y las blancas a mano, era bastante cuidadoso con esas cosas.

Pasado un buen rato luego de terminar con la ropa blanca y tenderla se dirigió con las sábanas, y ahí estaba la de Touya, la que tenía supuestamente el olor de Keigo... no debería... pero su mano actuó por sí sola al tomarla y acercarla lentamente a él, su corazón latía con fuerza, sentía que estaba haciendo algo malo, sentía una extraña sensación dentro de él, respiró hondo y acercó la fina tela blanca a su rostro, aspiró aquel aroma, la verdad, aunque haya pasado una semana, un dulce aroma se sentía, uno que lo dejaba tonto, embelesado, era dulce, como un ligero olor a durazno, casi podía saborear aquella fruta en sus labios.

Iba a seguir en ello pero al instante tiró aquella sábana como si fuera veneno, asustado de sus acciones fue directo a mojarse la cara, no puede creer que hizo aquella cosa, ¿por qué? ¿Qué mierda le sucede? Estaba demasiado confundido consigo mismo, Keigo lo había dejado mal, ¿era tan miserable por haberse sentido especial con aquellas palabras y acciones? ¿tan necesitado de amor y atención estaba? Era demasiado seguro que Keigo solo jugaba, era joven a fin de cuentas, seguro experimentaba cosas nuevas, aparte, a Touya le gustaba.

Suspiró cansado del asunto, tal vez tendría que hablar seriamente con el menor y dejar ya el asunto, porque no le gustaba como iba. Y bueno, dejó las sábanas en la segunda lavadora que tenía, ahora iría a preguntarle a Touya que quería para comer, o si solo quería pedir delivery.

_Touya. –lo llamó mientras caminaba a la sala donde estaba su hijo.

_Qué. –respondió sin prestarle demasiada atención, pues estaba hablando con Keigo por el celular.

_¿Qué quieres comer?

_Eh... no sé, ¿curry?

_De acuerdo. –respondió y tomó su propio celular para pedir los ingredientes por delivery.

Daddy's Boy ⎯⎯ [ EndeHawks ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora