Capítulo 18

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Pasaba el tiempo y con ello la confianza aumentaba, logramos en horas lo que las amistades llegan a lograr en meses, y eso rayaba lo molesto.

Podía pensar que esto era debido a las situaciones extremas a las que nos enfrentamos, pero también había que darle crédito a la sorprendente aparición de recuerdos extraños en nuestras cabezas.

Las primeras horas la reacción común fue pensar que nos volvíamos locos. Pero poco a poco nos acostumbramos y pronto nos llegaron datos de los otros que aseguramos que solo personas cercanas sabrían. Y vamos a sumarle a eso, el que surgían chistes que para cualquiera serían sin sentido, pero por alguna razón todos entendíamos y podíamos reírnos de ellos.

El cinismo y humor oscuro que se respiraba era tan pesado que dos de los chicos no fueron capaces de soportar y poco a poco se volvían reacios a convivir con nosotros, sin embargo, nos importaba tan poco... Estábamos en nuestra propia burbuja de caos, el cual disfrutamos aún sabiendo que la muerte respiraba en nuestra nuca. Era nuestra manera de aferrarnos a la vida. Porque era lo poco que nos quedaba.

En fin, contrario a lo que nosotros llegamos a creer, no vivíamos de alcohol y chistes malos. En realidad nuestro ambiente era más maduro de lo que esperábamos, los chicos no se resistieron a lo de repartirnos para buscar otra salida. De hecho aportaron, ya que éramos menos de lo que esperábamos ser para estos momentos. Sabíamos que los siete días que nos restaban iban a estar llenos de mierda, así que decidimos, por cuestiones de la vida, ésta vez beber un poco solo que sorprendentemente, nadie estaba vuelto loco ni lujurioso esta noche, así que ese era nuestro contexto, acostados boca arriba, en la azotea de uno de los pent house.

Y las cosas hubiesen sido más sencillas, si Carlos no le hubiese puesto Cannabis, que definitivamente no se sabe de dónde sacó. Al brownie que preparaba Lucía.

Así que añadanle al anterior contexto, el que estábamos viendo unicornios y hadas riéndose por ahí.

—En serio no sé porque pierdes tu tiempo diciéndome eso cuando sabes que me vale mil hectáreas de mierda tu maldita opinión— Negué con la cabeza antes de empinarme la cerveza, cuyo sabor me disgustaba pero era la única bebida alcohólica que no me embriagaba al instante

—Es que tengo la esperanza de poder educar tu cabecita salvaje— Carlos, quien se encontraba a un lado mío golpeó con su dedo índice mi cien, haciendo que me enojara un poco.

—¿Salvaje? Lo dice el idiota que no aguantó nada para cojerse al que tuviera al frente— Señalé a Andrew.

—¿Que pasa Isa? ¿Estás disgustada por no estar frente a él?— Se burló Andy.

Resoplé y quise estrangularlo en ese instante, si mi debilidad no fueran esos lindos ojos probablemente lo hubiese hecho hace mucho.

—¿Te han dicho que eres muy grosera como para ser una dama?— Dijo cambiando su tono de voz.

— Pues fíjate que nunca me interesó ser definida por esa palabra— Volteé los ojos buscando a Javi con la mirada y pidiéndole ayuda internamente.

—Pécora* te queda mejor ¿Eh?

— Vete a la mierda, que si ella no es una dama, tu de caballero no tienes nada— Intervino haciendo que me dieran ganas de besarla.

—Y si de prostitutas hablamos no era yo la que lo parecía hace una noche cuando estabas con Carlos ¿o sí?— Levanté una ceja.

—Llegamos a pensar que una de las niñas se estaba muriendo— Añadió Javi.

Ellos resoplaron y se quedaron en silencio haciendo que ella y yo celebraramos una victoria más.

—A ver chicas, no se lo tienen que sacar en cara, total, aquí lo que hacemos es fortalecer la amistad— Se burló Lu.

Vestigio [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora