Capítulo 7

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La recompensa definitivamente no era algo que esperábamos, a penas el comunicado finalizó, de la pantalla descendió una bandeja delgada con un montón de teléfonos celulares, con 50% de batería y sin cargadores. Tenían un papel con el nombre de cada uno de nosotros. Tomé apresuradamente el que me correspondía y lo desbloquee.

No había señal, no había wifi, y la única aplicación que servía era la mensajería.
Había un grupo, dónde el último mensaje fue enviado hacía ya una semana, tenía agregada a cada persona del grupo, pero no tenían nombres. Javierga, marihuano y pisciano, eran claro ejemplo de que eran apodos, dándole al chat una idea de confianza máxima.

Escribí un mensaje al grupo, y todos los celulares sonaron con una notificación.

El grupo era de nosotros.

Pero no tenía sentido pues... La primera conversación fue de hace tres años.

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Fer

No habíamos cruzado palabras en las últimas horas, pues cada uno estaba leyendo la única conversación disponible en los celulares, eran demasiados mensajes, tantos que en todo ese tiempo no habíamos alcanzado a leer ni una tercera parte.

La batería de mi teléfono se descargó. Por lo tanto levanté la cara, buscando en vano alguien que aún tuviera el dispositivo encendido, y pude notar las miradas confundidas de quienes me rodeaban.

—O sea que ya todos nos conocemos.— Recalcó un punto Kadi.

—Si, desde hace tres años, y aún así no recordamos nada.—Frunció el seño Lucia pensativa.

—Parecíamos ser muy unidos—Melissa hizo notar.

Y hubo un silencio.

—Mucho que asimilar— Bea dijo en voz alta.

—Yo no sé ustedes, pero yo necesito un trago.— Daniel se levantó con premura, siendo seguido por los dos chicos, Carlos y Andrew.

Asumiría que irían a buscar licor a algún almacén del pueblo. Un par de personas también salieron, pero no les preste mucha atención, hasta que Diana nos sacó a todos del lugar para instalarnos en otro lugar al menos esa noche.

Había mencionado algo sobre estar juntos debido a la falta de comunicadores, pero no escuché mucho pues mis pensamientos tenían mi mente ocupada.

¿Cuáles eran mis aliados? Con quien podía estar y con quién no. Ahí el dilema.

Tenía que entablar lazos afectivos con algunos de ellos. Pero eran tan frívolos que se me hacía difícil pensar en cuál sería el más receptivo.

La casa anterior estaba llena de sangre, el cuerpo de Nicolás inerte en el suelo, sangre espesa ya coagulada había tomado un color más oscuro, haciendo la tarea de limpiar, o dejar el piso impecable casi imposible.

El cuerpo siendo llevado, y enterrado por unas cuantas personas. No quise presenciar, pues no me sentía preparada aún para tomar las cosas tan a la ligera como ellos. 

Para mí, una muerte es una muerte, y no era algo para estar normal.

No había mucho que describir a cerca del lugar, tenía las mismas características que el anterior, exceptuando algunos utensilios y cosas que habían llevado los chicos con anterioridad.

Poco tiempo había pasado desde la llegada de ellos, que indicaba que ésta noche probablemente iba a quedar en la inconsciencia de algunos.

Estábamos sentados todos en la sala, sobre cojines y ocupando muebles. Por suerte los chicos habían pensado en lo que nosotros no, y trajeron un montón de aperitivos, contábamos con la fortuna de tener el pueblo a pocas cuadras de nuestro lugar.

Vestigio [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora