𝓒𝓻𝓸𝔀𝓷 ;; Klance.

descubrimientos sospechosos

Pesadillas era lo que su mente proyectaba en sus noches.
Lance estaba sudado y lleno de frío, ya no sabía si considerar lo que le ocurría como un trauma o dejarlo llevar con la añoranza de la mujer entre sus brazos.

Estaba harto de ella, pero por la simple razón de que no dejaba de atormentarlo cada noche, voces pedían que volviese con ella, que estarían juntos para siempre e incluso el cuerpo de la fémina aparecía para cuidarlo con calidez, tanto que le aprisionaba entre sus brazos y sentía así como unas cadenas enredarse en su cuerpo.
Todo se volvía oscuro, aparecían imágenes de la despedida pero incluso más trágicas de lo que resultó ser.
Gotas de aquel líquido rojo recorría partes de Allura, mientras que Lance no podía hacer nada al respecto, parecía como si la maltratasen ahí mismo frente a sus ojos.

Por suerte, lograba despertar antes de que todo eso fuese a peor.

Ya era una nueva mañana, quizá no de las mejores para el cubano.
El cielo se encontraba despejado en su totalidad mientras que para el mismo chico le resultaba un día lleno de nubes tempestuosas.

Hoy no estaba bien.

<<Necesito a Keith.>> Murmuró para sí mismo. Era el único en aquella lejana y solitaria casa, nadie más le podía escuchar, a menos que ahora Kaltenecker entendiese su idioma y los demás animales hablasen.

Sus pensamientos se esfumaron tras levantarse del colchón de su propia cama, tan cómoda pero a la vez tan pesada.
Decidió prepararse para este día, en vez de quedarse en casa prefería descansar de ella y tomar el aire nuevamente de la naturaleza alteana.
Prendas holgadas cubrían su cuerpo y su morena cabellera estaba despeinada en cierta manera. Tras unos minutos, salió camino al palacio de aquél lugar, quizá podía ayudar a cierta persona del alrededor.

Caminaba con tranquilidad hasta llegar al destino asignado por él.
Las blanquecinas decoraciones de la plaza hacían relucir cada pequeño detalle de su alrededor.
Distintos tipos de flores formaban un círculo cubierto por un rocoso suelo con ciertos bancos alrededor, un maravilloso lugar.

Niños corrían de un lugar a otro entre risas y jadeos del cansancio tras sus juegos tan divertidos para los mismos.

Una sonrisa se le escapó al moreno tras observar la escena tan agradable, hay veces que quisiera también volver a ser un pequeño Lance que corría torpemente entre rincones de la casa siendo perseguido por su hermana y escuchando los gritos de su madre por molestarla tejiendo, ya que ella necesitaba paz y los niños no la daban en absoluto.

Apunto de llegar a la entrada a palacio, sintió un peso chocar contra él. Una pequeña queja se escuchó por parte del causante, era un niño junto a sus amigos que se encontraban detrás suya.

—¡Lo siento señor Lance!— Se disculpó con una pequeña mueca en su rostro que mostraba pena, parecía ser que el chico no tenía intenciones de haberlo querido dañar.

—Tranquilo, no has hecho nada malo.— Y así con su grandiosa sonrisa, revolvió la cabellera del más bajo, este cambió su expresión tras saber que el semi-alteano no se enojó en absoluto.

—¡Señor Lance, Señor Lance! —La voz de una pequeña fémina que acompañaba al mismo jovenzuelo, resonó entre ellos.— ¿Podrías contarnos más historias sobre Voltron? Echamos de menos tu compañía aquí.— La timidez de sus palabras fue notoria para el más mayor, realmente no iba a negarse en absoluto ante sus palabras, así que con claridad, asintió ante ello.

<<Claro, sentémonos en las escaleras.>> Respondió Lance con su reluciente sonrisa.

Sus relatos eran interesantes, y realmente al contarlos no resultaban para nada tétricos de escuchar, los modificaba para que sus palabras fuesen impresionantes y no llegasen a dejar una mala imagen de nadie.
Incluso hasta a los malvados, siempre los describía de forma suave para los niños más pequeños, como si de un cuento se tratase.