El aura de la alegría

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Las hojas primaverales recorrían el viento con suma delicadeza, haciendo una danza entre ellas mostrando la belleza que poseían. El moreno paseaba tranquilamente a los alrededores de su campo, pudiendo apreciar cada sonido y movimiento de las mismas hojas que le hacían compañía a su recorrido.

Se dirigía tranquilamente hacia aquel campo de flores tan conocido para él y una cierta albina. Siempre que podía se adentraba entre las bellas flores y las observaba incrédulo aún después de haberlas visto miles de veces, acompañaba y cuidaba aquellos rosados pétalos tan hermosos y brillantes para mantener el recuerdo de la muchacha que robó su corazón, quizá aún después de años intentando olvidar cada recuerdo a su lado le era realmente imposible hacerlo, era Allura, su querida Allura, la princesa que llegó a su corazón y lo terminó atesorando como nadie hasta que el final de su amor acabó en unos instantes.

Como la extrañaba, no podía evitarlo.

Sacudió su cabeza ligeramente para esfumar aquellos pensamientos y admirar nuevamente las flores que relucían ante la luz solar, no dudó en acariciar los pétalos de una de ellas con una pequeña sonrisa en su rostro, la textura era suave y agradable, sus yemas tocaban delicadamente el tallo de la flor, arrancando cuidadosamente la misma aproximándola a su rostro, sintiendo el olor que desprendía, completamente dulce. Tras aquello caminó sin ir muy lejos del mismo lugar de donde arrancó la flor y admiró el cielo tan despejado dejando en todo centro el reluciente sol, tan brillante como la sonrisa de esa fémina.

—A saber cuando saldrás de mí cabeza...—Murmuró el moreno, pensando que podrían llegar sus palabras a la muchacha de alguna manera. Quizá le escuchaba y observaba todos los días en algún lugar del mundo, quizá admiraba las noches donde derramaba lágrimas en sus pesadillas o buscaba el cálido abrazo de alguien, quizá apreciaba sus esfuerzos por alegrar la vida de los alteanos, quizá sentía como el corazón del moreno se rompía en pedazos cada vez que recordaba momentos felices en donde todo era "normal".

Llevó su mirada hacia aquella casa tan preciosa y cómoda algo lejana al reino de Altea, aún podía ver el castillo desde aquella distancia, igualmente era un perfecto sitio para cualquier emergencia, por si Corán llegase a llamarlo, también para hacer compañía a familiares y niños pequeños que deseaban escuchar las maravillas de "Voltron", no era un mal sitio en absoluto.

Decidió volver a la casa, debía empezar a preparar un delicioso desayuno, no solo para él especialmente, más bien para un invitado bastante usual en su hogar, que cuando quería zampaba como si fuese Hunk, todo un hambriento.
Era ese joven de cabellos revoltosos y azabaches que tras todos los conflictos siguió contactándose con él y haciéndole compañía en su día a día para no sentirse tan solo, aunque no lo quería admitir, de verdad llenaba sus tardes de alegría y comodidad, se sentía acompañado. Aún cuando se pelean y bromean, el ambiente amistoso y agradable nunca se desprendía de su alrededor.

Lo apreciaba mucho.

Comenzó con su momento chef, había que impresionar como siempre a ese idiota que tan bien le caía, bueno, quizá, solo quizá.
Los ratoncitos acompañaron al cubano en su trabajo, tenían pensado también volverse unos grandes cocineros tan admirables como Lance, el tenía unos maravillosos dotes gracias a que antiguamente ayudaba en las comidas familiares a preparar cada plato, tenía suficiente conocimiento para preparar platos deliciosos, pero como esto no es la Tierra, los ingredientes pueden crear sabores tan desconocidos y deliciosos que pueden sorprender hasta a los propios extraterrestres, bueno, si podemos llamarlos así, más bien, a las demás especies de la galaxia.

Unas hortalizas por ahí, otras por allá, todas eran cuidadas y sacadas de su querido huerto, podría considerarse ahora un completo chico de campo que hace todo de manera casera y magnífica realmente.
Sus queridos compañeros de cocina le ayudaban a traer torpemente todo lo que necesitaba, lo cortaba con delicadeza y lo dejaba caer en un bol de cristal.

Mientras aprovechó a sacar la sartén y calentarla con cierta especie de aceite, aprovechando así a mezclar hortalizas con una especie de tipo de pescado, el siempre la llama "pez mantequilla" porque siempre se le escapaba de las manos, era complicado cortarlo, hasta mantenerlo en un sitio de lo que resbalaba esa especie, igualmente era divertido la de veces que acababan embarrados de la babosidad del pescado, hasta los ratones, sí.

Esperaba que disfrutase esta comida el muchacho, no por nada en absoluto, solo creía que debía alimentarse bien, claro, trabajaba con Marmora, <<es importante mantenerse fuerte>> pensó Lance.

Y ahí estuvo, dedicándose como un profesional chef a hacer delicias de a saber qué parte del universo.

•••

La luz de la mañana estaba asomándose por la ventana de aquel chico de largos cabellos negros, el aire de su planeta natal inundaba sus fosas nasales, aunque esté encerrado en las cuatro paredes de su antigua habitación. Keith se encontraba de visita en la Tierra para honrar a su ya fallecido padre, aunque este viaje duraría solo ese día debido a lo ocupado que estaba gracias a la espada de Marmora. Ahora que el imperio Galra había caído debían limpiar el nombre de aquella raza, por este motivo, la espada de Marmora ahora se había vuelto una organización de ayuda, mientras que su madre Krolia junto a Kolivan eran los representantes de Galra en la coalición galáctica.

Keith terminó incorporándose en su cama observando la ventana, era bastante temprano y ese día debía volver al espacio, tenía unos acuerdos que tratar con algunas especies, pero antes de eso, debía hacer una parada en el castillo Alteano, su viejo amigo lo estaría esperando.

Lamentablemente debido al trabajo de Keith, para él era difícil encontrarse con Lance de manera temprana, así que ese día era especial ya que se verían al desayuno. Keith siempre lograba acabar con el trabajo antes y de manera eficaz, así que terminaba pasando al planeta considerado el nuevo Altea para pasar las tardes con Lance, se habían vuelto cercanos esos últimos años luego del conocido “retiro de Voltron” y Lance era el único de los paladines que tenía más cercano para compartir el tiempo.

Luego de levantarse de la cama fue directamente al baño mientras en su rostro se reflejaba una expresión de completa serenidad y paz, en esa casa había tenido millones de hermosos recuerdos que lo terminaban poniendo nostálgico, aunque solo era una lejana y corta niñez. Saliendo del baño ya seco y listo para salir junto a su nave, caminó con su bolso al hombro mientras se terminaba de sujetar el cabello que ahora estaba bastante más largo que hace unos años atrás. Era momento de partir.

Dando un suspiro su nave despegó en dirección al reino de Altea directamente, la nave de Keith tenía la capacidad de abrir agujeros de gusano para llegar más rápido a los destinos que suplicaban la ayuda de Marmora, el viaje sería solo de unos minutos, quizá hasta una hora. Mientras contemplaba las estrellas tuvo pequeños recuerdos de como había empezado todo esto, el viaje por el león azul, el castillo de los leones, los entrenamientos, sus amigos y por supuesto, la última batalla.

Las estrellas le sonrieron a aquel joven de cabellos oscuros, puesto que pudo llegar sin ningún problema a aquel planeta Alteano. Aterrizó en un sitio donde podía llegar sin problema al castillo y a la pequeña casa de su amigo, a pesar de su actitud algo distante, en el fondo se sentía bastante emocionado de volverse a ver con Lance. Después de su mañana silenciosa, su viaje por el espacio sin abrir la boca, podría desahogarse y compartir junto a aquel chico moreno que tan feliz le hacía al alma.

•••

¡Hey! Seguro no se esperaban otra historia de Klance eh.
Bueno, se nos ocurrió a mí gran amiga y a mí hacer esto, así que espero lo disfruten tanto como nosotros escribiendo esta maravilla.

Den apoyo y gracias <3.

𝓒𝓻𝓸𝔀𝓷 ;; Klance.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora