VIII

829 123 20
                                    

erwin

Marine lo pensó dos o tres veces... o cuatro... o...

Marine lo pensó varias veces, pero finalmente tocó la puerta que daba a la habitación de Erwin, escuchando un "adelante", por lo que abrió la puerta y la cerró detras de ella, con las manos en su espalda baja y el rostro frívolo.

-Comandante- lo llamó para obtener su atención, por lo que este la miró y asintió levemente.

-Puedes dejar la expresión inerte, Marine, se nota que tus cejas luchan por moverse- sonrió levemente el rubio, por lo que ella le devolvió la sonrisa, pero mostrando su dentadura.

-Si alguien sabe de cejas, es usted- bromeó ella riendo, provocando que él lo hiciera también, hasta que la expresión de la chica volvió a endurecerse -Comandante, no quisiera molestarlo justo ahora, pero hay una duda que no sale de mi cabeza y no puedo esperar hasta que sea demasiado tarde- comentó ella, esperando su aprobación para explicarle su teoría.

-Lo entiendo perfectamente, por favor- contestó señalando la silla en frente de él, por lo que ella se sentó, moviendo su pie lentamente sobre el piso.

-Ahora que sabemos que Eren es una persona, que se puede convertir en un titan completamente consciente y funcional a su antojo- comenzó la castaña, mirando el escritorio -Y analizando las características del titan de Eren, sabiendo que es totalmente distinto de los titanes normales- ahora dirigió sus ojos azules a Erwin, y él pudo notar el miedo y el peso de sus palabras -Quizás, solo quizás, los otros titanes que eran anormales, que no se comparaban con ninguno que hubieramos visto antes, y que parecían actuar con intelecto...

-También sean personas- musitó el rubio, entendiendo hacia donde iba su duda, fijando la mirada en el escritorio, dandole vueltas a las cosas que vieron a lo largo de su vida.

-Creo que hay infinitas cosas que escapan nuestros conocimientos- afirmó Marine, mientras la vista de él volvía a posarse sobre la suya, pero había algo distinto, un brillo en sus ojos que mostraba esperanza, curiosidad, pero para nada sorpresa.

-Entiendo tu punto, no hace falta que digas nada más- contestó él, y ella asintió, aún con la mirada perdida -Cuidate, Marine- ella ya había abierto la puerta, y lo miraba con una sonrisa.

-Cuídese, Erwin- se despidió y cerró la puerta detrás de ella, haciendo un pequeño festejo porque le había acertado al nombre y no podía creerlo.

Entró repentinamente a la habitación de Sebastián, y saltó sobre su cama, alertando al morocho que miraba hacia la ventana con la mirada perdida.

-DIJE BIEN UN NOMBRE, SERGIO- saltó a abrazarlo hasta que sintió la risa de su amigo, y se dio cuenta de que otra vez se había equivocado -Pero me cago en...

Mientras que en la habitación de al lado, un azabache chasqueaba la lengua con fastidio, dándose cuenta que ya había aprendido el nombre de varias personas.
Menos el suyo.

marine | leviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora