II

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calidez

Marine Arlert, graduada ya como cadete, se encontraba en frente de la tarima donde Erwin Smith, actual comandante de la Legión de Reconocimiento, daba un discurso totalmente... inspirador.

Mientras el rubio relataba como iban a morir, todos sus compañeros se retiraban, por no decir que huían, hasta que finalmente ella analizó que quedaban cuatro de ellos: Sebastián, dos chicos más que ella nunca había aprendido sus nombres, y ella.

No cuenten con los huevos de los reclutas de la 101 pensó ella con burla. Sin embargo, su rostro permanecía inerte como siempre, sus cejas estaban en una linea recta, tapando parcialmente sus ojos, y sus labios relajados pero sin mostrar ninguna expresión.

-Estoy orgulloso de ustedes, cadetes, han logrado superar el miedo y anteponer el futuro de la humanidad. Entreguen sus corazones- gritó aquello último, poniendo la mano derecha en puño sobre su corazón, mientras la mano izquierda se apoyaba sobre su espalda baja. Los cuatro graduados imitaron la seña y asintieron con la cabeza, mientras él explicaba dónde debían ir, y que mañana se les notificaría a qué escuadrón pertenecerían. Cuando finalizó, todos se retiraron, adentrandose en la cabaña para poder cenar.

Los cuatro se sentaron juntos, Marine no recordaba los nombres de aquellos dos, a pesar de que los reconociera, no era buena con los nombres. El único que recordaba era el de su amigo, Sebastián, aunque no sabía su apellido.

-Yo soy Leónidas- se presentó el castaño en frente de ellos -León para los amigos- dijo sonriendo. Marine asintió, y clavó su mirada azul en el chico al lado de él, esperando que se presentara.

-Y yo soy Ares- dijo el más alto, al sentir la mirada fija de la castaña -Ares para los amigos- los tres chicos rieron, mientras Marine sonreía internamente. Su objetivo era salvar a la humanidad, y solo podía concentrarse en eso. No pretendía formar lazos, y necesitaba mantener su postura para generar respeto en sus compañeros, aunque le doliera en el fondo, ya que era una chica sociable, y necesitaba del contacto con gente, por eso confiaba en Sebastián para hablar.

-Ella es...- comenzó a decir Sebastián, pero León lo interrumpió riendo nerviosamente.

-Es broma? Todos conocen a Marine- reconoció rascando su nuca con algo de vergüenza.

-Más allá de haber sido la mejor de nuestra generación, nos ha ayudado a todos a mejorar en nuestros entrenamientos. Creo que en el fondo todos la considerabamos la capitana- resaltó Ares, a lo que León asintió con la cabeza, y Sebastián rio. Marine solo lo miró seria, mientras se sumía en sus recuerdos.

Un jóven de cabellos cobrizos cayó bruscamente al suelo, declarándose derrotado mientras miraba a la chica que le había ganado, que le extendía la mano. Él la tomó, su mano era delicada y sus dedos largos y delgados, como si toda su vida se hubiera dedicado al piano, pero su agarre era firme y seguro, logrando levantarlo y dejarlo parado en 2 segundos contados a reloj. Se encontró con su mirada azul brillante, que definitivamente no contrastaba con su rostro severo, y un escalofrío le recorrió el cuerpo. No sabía diferenciar el miedo del respeto.

-Dejas todo tu peso apoyado en el lado izquierdo, y solo golpeas con la mano derecha. Debes aprender a usar cada centímetro de tu cuerpo si quieres tener estabilidad y balance- le explicó fríamente la castaña, mientras se retiraba para pelear cuerpo a cuerpo con otro recluta.

-Te recuerdo- dijo por fin Marine, mirando a Ares, quien se sonrojó muy levemente mientras levantaba una ceja -Pudiste desarrollar una posición estable?- preguntó, y aunque solo sus labios se movían para dejar pasar las palabras, en sus ojos había interés genuino.

-Hoy en día es uno de sus rasgos más fuertes- contestó León por él, sonriendo mientras sus ojos se achinaban.

No puedo creer lo feliz que es este chico pensó Marine, sorprendida. Realmente admiraba su fortaleza, sabía que era de Shiganshina como ella, y que seguramente había perdido gente.

Terminaron de comer y se retiraron a sus habitaciones. Como Marine era la única mujer nueva, y las habitaciones con mujeres estaban ocupadas, se le otorgó una habitación para ella sola, hasta que apareciera alguna nueva cadete para dormir con ella. Esperó fuera de la habitación que compartirían León, Sebastián y Ares, para ir con Sebastián afuera.

Cuando por fin salió el morocho, la vio y le sonrió, sabiendo qué esperaba ella. Se dirigieron afuera de la cabaña, caminaron hasta el pasto, y cuando se alejaron bastante, ella se tiró sobre él a abrazarlo.

-Dios, se me estaba durmiendo la cara- espetó ella riendo, mientras que Sebastián, teniendola en brazos, le daba vueltas.

-Algún día agarraras confianza con ellos también, y vamos a terminar haciendo pijamadas riendo a los gritos. Ya verás- le dijo él sin borrar la sonrisa de su cara, soltandola para sentarse ambos en el pasto.

A la distancia, desde el techo de esa cabaña, se encontraba un capitán sentado sin su uniforme, observando la escena con extrañeza. Conocía a la chica, la había visto entrenar, la había visto en el discurso de Erwin, y le había sorprendido que mostraba incluso menos de lo que él lo hacía. ¿Por qué ahora reía con ese chico, incluso lo abrazaba?¿Serían novios?. Esa idea molestó a Levi, no iba a soportar tortólos dentro de su escuadrón, no actuarían de forma egoísta, morirían ambos por el otro.

Pero veía como la chica le pegaba, y lo miraba con confianza, reaccionando exageradamente a las cosas que hablaban, parecía ser demasiado expresiva. Frunció el ceño y se adentró, si la chica era fría ante todos y se mostraba con ese chico, sería por algo, no tenía él derecho a presenciar su calidez.

marine | leviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora