XI

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la noche anterior

Era la noche antes de una importante expedición, y todos los reclutas que habían entrado a la Legión de Reconocimiento se encontraban allí, lo que incluía a varios de los amigos de Eren. Marine se había ofrecido a cocinar junto con Sebastián, quien había pedido que los dejaran solos en la cocina, condición que fue de gran pesar para una de las cadetes, Sasha, que parecía tener mucha hambre.

Demasiada.

Pero el morocho de ojos verdes lo había pedido para que su mejor amiga cocinara tranquila, sin tener que poner cara de culo. Este la miró, mientras ella picaba los vegetales muy pequeños, según ella, así conseguía el sabor sin tener que masticar pasto. Reía mientras le contaba algo, pero él no podía escapar de sus pensamientos, lo mataba la idea de que una chica tan alegre, que podía hacerte feliz en dos segundos, que te acompañaba con todo y que podía dedicarte todo el amor del mundo si estaban a solas, tenía que esconderse tras la fachada de un soldado, y morir habiendo sido conocida realmente por personas que podían contarse con las manos.

-¿Me escuchas?- preguntó ella, frunciendo el ceño y con una leve sonrisa, a lo que él le sonrió de vuelta.

-Lo lamento, estaba pensando en qué pasará mañana- contestó, en parte, era verdad.

-Mañana volveremos vivos y tendremos un día libre para volver y comprar frutas- dijo con una sonrisa -Recuerda que prometí hacerles ensalada de frutas- se mordió el labio y negó con la cabeza al recordar la reacción de Sasha, cayendo de rodillas frente a ella y declarandole su amor.

-No creo que sea la única que quiere declararte su amor- le comentó Sebastián, probablemente recordando lo mismo.

-¿Te enamorarías de alguien que su sonrisa en público se asemeja a la raya de un culo?- dijo en burla, por lo que el morocho rió.

-Me refiero a una vez que te conocen- Marine lo miró con el ceño fruncido y torciendo la cabeza hacia un lado.

-Que dices tonto, si solo un par de personas conocen mis incomparables bromas- contestó manteniendo la expresión, a lo que Sebastián negó con la cabeza.

-Tienes razón Marine, pero algún día, alguien te conocerá tanto como León, Ares y yo, o incluso como Eren, Armin y Mikasa, y se enamorará tanto que te dará asco- señaló, sabiendo que el romance a veces no terminaba de convencerla, por lo que ella rio.

-Bueno ya basta de tus tonterías, que estás tapando el horno- sonrió la castaña, corriendolo en juego, por lo que él rio.

-Vamos, que si no me hubiera corrido yo, no hubieras podido- ella terminó de colocar las cosas en el horno y lo miró con una ceja levantada, tirandose encima de él y peleando en broma mientras ambos reían.

◇◇◇

-Oh por dios Marine, por favor, casate conmigo- lloriqueaba Sasha, agarrando a la castaña de la pierna, mientras ella mantenía la expresión seria, pero le dirigió una sonrisa del lado que el resto de los comenzales no veían, guiñandole un ojo, por lo que sus ojos brillaron y sonrió, entendiendo que sería su secreto.

-Debo admitir que Arlert mayor cocina bien- confesó Jean, mirandola, a pesar de su comentario, con ojos de enamorado, a lo que ella asintió con una sonrisa que no podía notarse por nadie.

La jóven se sentó al lado de su hermano, lo miró con su rostro tan tieso como siempre, y le revolvió el cabello, provocando que el rubio riera. Ella amaba escuchar su risa, desde que él había nacido.

-Al fin alguien de ustedes sirve para algo- espetó Levi, que se había mantenido en silencio hasta ahora. Todos lo miraron sorprendidos, era raro que el mayor halagara a alguien, por lo que volvieron a mirar a Marine, que asintió igual de seria que antes, mientras que Hange sonreía en una esquina. De golpe, la puerta se abrió de par en par, apareciendo un León con un paquete bastante grande.

-¿Marine?- preguntó al no poder ver, por lo que todos voltearon hacia ella, mientras se paraba y se dirigía hacia él -Toma, es tuyo- dijo, entregándole aquel objeto algo pesado. Marine lo miró y él le asintió, confirmando que podía abrirlo ahí, sin mostrar ninguna expresión. Ella rompió el envoltorio, sacando de adentro una guitarra con cuerdas de metal y color negra. Marine no pudo contenerse y levantó las cejas todo lo que pudo, mostrando genuina sorpresa al tener su boca levemente abierta. Ella se levantó con el instrumento, caminó hacia afuera y el castaño entendió la idea, por lo que la siguió y cerró la puerta.

-Acaso...- comenzó a decir Connie.

-Marine...- siguió Jean, igual de sorprendido que la mayoría de sus compañeros.

-Cambió la cara de culo- terminó Ares con una sonrisa, al igual que Sebastián, mientras todos los miraban con una cara de sorpresa absoluta, incluso Armin, que ahora confirmaba que aquellos soldados conocían a su hermana tanto como él.

Del otro lado de la puerta, Marine se había lanzado en brazos de León, mientras él le daba vueltas.

-No puedo creer lo que hiciste, recordaste aquella charla con Eren- dijo ella con una sonrisa y aún sorprendida.

-Ahora tienes que tocarme tus canciones- dijo León con una sonrisa tierna y sincera, como la que tenía siempre.

-Muchísimas gracias Le, de verdad no sabes lo feliz que me has hecho- le agradeció mientras sus ojos brillaban, intercambiando miradas entre el instrumento y su amigo, hasta que recordó lo que pasaría el día siguiente -Por favor, no mueras mañana- le pidió suave pero firmemente, como si fuera una orden camuflada de petición.

-Tú tampoco- le dijo abrazándola mientras ella envolvía sus brazos por su cintura -Pero si llego a morir- dijo León, separandola, mientras ella lo miraba enojada por plantear la posibilidad -Estás obligada a sonreírme, no pienso morir viendote con cara de que Jennifer contó un chiste- ambos recordaron a aquella antigua compañera que había terminado en la policía militar, que tenía tanta gracia como un pan cayendo sobre una mesa.

-Está bien, te lo prometo- le dijo ella, mostrandole el dedo meñique, mientras él lo entrelazaba con el suyo y ambos sonreían.

Pero adentro, el azabache parecía más amargo de lo normal, al hacerse creer que tenía competencia.

marine | leviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora