XIII

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confianza

La castaña se encontraba en la biblioteca del cuartel general. Quería sentarse a considerar lo que había perdido, porque no solo habían muerto dos de sus mejores amigos. Murieron bajo su responsabilidad, murieron las charlas a medianoche, sus abrazos cuando nadie los veía, sus risas, sus chistes que solo ellos comprendían. Murieron sus confidentes, sus casi hermanos, dos partes de lo que formaba su corazón, su lucha, su personalidad.

Mientras miraba fijamente la mesa, escuchó como alguien entraba en la biblioteca y cerraba la puerta, no giró a ver quien era, mantuvo su rostro serio por inercia, hasta que escuchó su voz.

-Soy yo, puedes cambiar la cara- dijo Levi, esperando que ella al menos sonriera. Y así fue, le dedicó una sonrisa triste, pero era una sonrisa. Sabía que ella tenía la risa fácil.

-Debería dejar de hacer eso, siento que se los debo- comentó, sabiendo que el mayor la entendería -Pero después de años manteniendo esta actitud, esta postura frente a las situaciones, creo que gracias a eso sigo de pie- terminó casi en un susurro, sin poder ver al azabache a los ojos, mientras que este fijaba su mirada en ella, y luchaba con las ganas de abrazarla.

-Ellos temían que te perdieras en tu deber, en tu seriedad- le contestó lentamente, consiguiendo que Marine lo mirara -No creo que les molestara tu cara de culo, así que siempre y cuando sigas siendo tú, puedes seguir siendo una máquina de mierda- se burló, logrando que ella riera suavemente.

-Tú y tus formas de apoyar a la gente- ella le dedicó una sonrisa -Gracias, Levi, por todo- musitó ella, aún mirandolo a los ojos. Él asintió levemente mirando la guitarra que se encontraba a un costado, ella miró en esa dirección, manteniendo la sonrisa.

-No he podido agarrarla desde que me la regaló- confesó, pero se paró a tomarla entre sus manos -Solo cuando tuve que cambiar de lugar las cuerdas, porque soy zurda- explicó con una pequeña risa, y el azabache no pudo evitar sonreír levemente. Ella volvió a sentarse, mirandola fijamente, como si al tomarla fuera a aparecer su amigo en otro lugar que no fuera únicamente su mente. Suspiró resignada, tocó algunos acordes verificando que estuviera afinada, y volteó a ver al mayor a su lado, que la miraba con una expresión suave, mientras sus ojos brillaban a causa de la luz de las velas.

-Puedes irte si quieres- abrió la posibilidad Marine, y él la miró fijamente a los ojos -Digo, no toco hace muchos años, puede salir cualquier cosa- rió suavemente, pero su superior solo se recostó sobre la mesa, con su mirada aún fija en ella, como si no hubiera palabras que pudieran demostrarle más que esa simple acción. Ella asintió, y comenzó a tocar suavemente, con la mirada fija en las cuerdas, intercalando entre los trastes y más abajo donde rasgueaba con delicadeza, logrando un sonido armónico y relajante, que mezclado con su voz dulce era la canción de cuna perfecta. Miró hacia arriba y observó al mayor, que sonreía levemente mientras la miraba con admiración.

-¿Dónde aprendiste esa canción?- preguntó curioso, mientras se levantaba de la mesa al ver que la chica dejaba la guitarra a un costado, observando la punta de sus dedos marcadas por la presión de las cuerdas.

-La escribí yo- contestó ella, mientras Levi la miraba asombrado -No hay muchas canciones para conocer, ni muchas maneras de aprender, simplemente encontré un viejo libro que tenía acordes y con eso tuve que apañarmelas- sonrió, y él asintió con la cabeza. Se quedó mirandola a los ojos, no estaban tan lejos, quizás podría acercarse para sentir su tacto, el cuál anhelaba. Él no entendía esos pensamientos, nunca había tenido tal necesidad, pero mientras estaba con ella no le daba muchas vueltas, simplemente actuaba. De pronto, destruyendo cualquier plan que el mayor hubiera armado, ella se levantó y apoyó su mano sobre su hombro con una sonrisa.

-Vamos, Erwin tiene que hablar con nosotros- él asintió, saliendo de su trance y levantandose junto a ella. Pensó en tomar su mano y caminar junto a ella, y su corazón bombeó más rápido dentro de su pecho, pero cuando quiso reaccionar, ella ya se había ido.

Lento de mierda se maldijo Levi, mientras salía de aquella biblioteca enfurecido, hasta que recordó que ella había tocado para él, y no pudo evitar sonreír levemente. Ella estaba entrando en confianza con él, y no podía esperar para conocerla más.

marine | leviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora