marine | levi

IX

amores perdidos

Marine paseaba sus dedos por los viejos libros que había en aquella pequeña habitación. Claramente se hallaban allí desde la última vez que fue un cuartel. Tomó uno, que le llamó la atención por su lomo con detalles dorados, y lo abrió, para ver dibujos de cuerpos con notas a los costados, escritos de distintas enfermedades, cómo se manifestaban y trataban. Sus ojos brillaron y se sentó en la pequeña mesa a su lado a leerlo desde el principio.

Era de noche, y mientras todos dormían, un capitán con insomnio bajaba a la cocina para prepararse un té negro. Cuando salió de su habitación, vio una habitación de la cual emanaba luz por debajo de la puerta, y maldijo internamente por tener que dar órdenes a esta hora y con ese cansancio. Al abrir la puerta, se encontró con la castaña sentada sobre la mesa, leyendo un libro y anotando en una pequeña libreta. Ella miró hacia arriba con el rostro inerte, hasta que vio a Levi, y sus facciones se relajaron, por lo que el azabache la miró extrañado.

-¿Hoy no me muestras tu cara de madera, mocosa?- espetó el mayor, cruzándose de brazos sobre el marco de la puerta, mientras la ojiazul se encogía de hombros.

-Ya me espió mientras hablaba con los chicos en su momento, y además estamos solos, capitán- señaló con desinterés, recordando su amenaza aquel día en el juzgado, mientras él recordaba por qué le decía capitán.

-Levi- comentó, logrando que la chica frunciera el ceño y ladeara levemente la cabeza -Mi nombre es Levi- Marine suspiró rendida, mirandolo a los ojos.

-Está bien, intentaré llamarte por tu nombre, pero no te puedes ofender si me equivoco- dijo mirandolo amenazadoramente, por lo que él sólo asintió.

-Es un trato, Miranda- se burló, consiguiendo una mirada ofendida de la menor -¿Qué? Si tú le puedes errar, yo también- sonrió muy levemente mientras la chica reía y devolvía la mirada a su libro.

-La diferencia, Levi, es que tú te sabes muy bien mi nombre- se burló ella, mientras él se deleitaba con el sonido de su nombre saliendo de su boca.

-¿Qué insinúas, Arlert?- ella lo miró con una sonrisa ganadora.

-Insinúo que hasta te sabes mi apellido, y yo no sé el tuyo- dijo, arqueando una ceja, mientras él volvía a ponerse serio.

-Yo no sé mi apellido- le contestó de manera cortante, por lo que ella levantó sus cejas.

-Oe, lo siento, no te enojes- levantó sus manos en señal de rendirse -Es mejor que no tengas apellido, no me he aprendido ninguno desde que llegué aquí- dijo sonriendo, provocando que Levi se relajara nuevamente, no podía evitarlo.

-¿Qué lees?- preguntó acercándose a ella, por lo que se inclinó levemente hacia el costado, mostrandole el libro.

-Parece ser de medicina, lo encontré aquí- dijo, señalando la librería. El azabache se sorprendió internamente al darse cuenta de que no la había visto desde que llegó. Comenzó a ver los lomos de los libros, hasta que tomó uno y, sacudiendole el polvo, lo dejó en la mesa, en frente de ella.

-Lee ese- Marine miró el libro con cara de asco, al ver que el título decía "Amores perdidos" y miró al azabache sonriendo, dandose cuenta de que estaba muy cerca.

-Oh capitán, no sabía que era un romántico- dijo con tono de burla, por lo que él la miró seriamente, intentando intimidarla, pero ella seguía riendo suavemente.

-No es muy romántico, pero es una buena lectura- confesó él, encogiendose de hombros, mientras miraba fugazmente la boca de la jóven, que todavía ostentaba una leve sonrisa.

-¿Está seguro?- le cuestionó ella con una ceja levantada -Porque si no me gusta, nunca más tomaré sus recomendaciones literarias- él la miró fijamente a los ojos por unos segundos, y asintió.

-Luego vendrás a decirme que te encantó, ya verás, mocosa- dijo con una sonrisa de lado, saliendo de la habitación.

Marine cortó un trozo de papel y lo colocó en la página donde se había quedado en el libro de medicina, mientras tomaba el libro que le había recomendado el mayor.

Las cosas que uno tiene que leer para ganar una discusión dijo con una leve expresión de asco, mientras comenzaba a leer.